20/05/2024

"El boxeo antes que todo", por Ricardo Montoya [OPINIÓN]

Jueves 11 de Mayo del 2017

Es natural reclamar que la grandeza de un deportista deba reflejarse también lejos de la competencia. El ídolo puede ser que no pierda su estatus repartiendo dislates al por mayor, pero la idolatría es una cosa y el respeto por alguien otra muy diferente. Las palabras pronunciadas no regresan, y esta vez Julio César Chávez, la leyenda, equivocó el escenario de sus recientes declaraciones. No está bien hacer escarnio del vencido públicamente y mucho menos si el humillado en el cuadrilátero es hij

Es natural reclamar que la grandeza de un deportista deba reflejarse también lejos de la competencia. El ídolo puede ser que no pierda su estatus repartiendo dislates al por mayor, pero la idolatría es una cosa y el respeto por alguien otra muy diferente. Las palabras pronunciadas no regresan, y esta vez Julio César Chávez, la leyenda, equivocó el escenario de sus recientes declaraciones. No está bien hacer escarnio del vencido públicamente y mucho menos si el humillado en el cuadrilátero es hij

Es natural reclamar que la grandeza de un deportista deba reflejarse también lejos de la competencia. El ídolo puede ser que no pierda su estatus repartiendo dislates al por mayor, pero la idolatría es una cosa y el respeto por alguien otra muy diferente. Las palabras pronunciadas no regresan, y esta vez Julio César Chávez, la leyenda, equivocó el escenario de sus recientes declaraciones. No está bien hacer escarnio del vencido públicamente y mucho menos si el humillado en el cuadrilátero es hijo tuyo.

► Canelo venció a Chávez Jr. en Las Vegas por decisión unánime

“Me va a dar un infarto porque al Junior no le importa nada. Todo le vale madre”. Así lo ha confesado entre lágrimas el sinaloense, en una cadena de televisión internacional, tras la paliza que recibiera su primogénito a manos de Saúl ‘Canelo’ Álvarez. Ha sido un terrible gancho al hígado de Chávez Jr. que duele más que todo lo que recibió el sábado de manos de su contrincante. Sin embargo, Julio César padre dice que el boxeo está por encima de todo.

En lo que sí no le falta razón a la ‘Leyenda’ es cuando afirma que lo del sábado fue un insulto al deporte de los puños. Ciertamente, fue una pelea desigual. No se trataba de fuerzas equiparables. Y, además, el Junior no había hecho méritos suficientes para enfrentarse a uno de los mejores púgiles de la actualidad. Por si fuera poco, combatió en una categoría inferior a la suya. Aunque si se hubiesen medido poderes inclusive en el peso mosca, la pelea igual hubiese sido del ‘Canelo’. Sencillamente porque el campeón es un boxeador superior. Dadas así las cosas, la batalla por el honor mexicano se vio reducida a una paliza en la que uno pegaba y el otro recibía. Cuando Álvarez se percató de que el Junior no iba a intercambiar artillería pesada, y se iba a limitar a resistir el castigo, entonces retiró sus intenciones de noquearlo. Aun en ese contexto, y moderando esfuerzos, al ‘Canelo’ le alcanzó para hacerse de todos los rounds de la jornada.

Lo elogiable en Chávez fue su heredada resistencia. Ojalá sea inteligente y se retire. De esa forma superaría los talentos del padre, aunque sea en un rubro: el de saber decir adiós en el momento adecuado.

Al ‘Canelo’, en cambio, le espera el dinero grande. La pelea contra Golovkin, el temible GGG, ya tiene fecha. El 16 de setiembre, en el pico de sus plenitudes físicas y de su madurez pugilística, Saúl Álvarez va a tratar de derrotar al otrora inalcanzable kazajo. Hoy Golovkin ya no es el mismo. Y si bien todavía está invicto, pega muy fuerte y es de cuidado, el estilo de confrontación directa se le puede acomodar al púgil azteca. Ambos pertenecen a la élite del boxeo actual. Las preguntas que pueden ayudar a despejar el panorama son: ¿quién es más fuerte en este momento de sus carreras?, ¿será ganador el que tenga mayor poder en sus puños? La inminencia de este combate ha reavivado la fe de los aficionados en un deporte agonizante.

En los últimos tiempos, empresarios comerciantes y púgiles ambiciosos han defraudado el alma de la ‘dulce ciencia’. Por fin parece que se avecina una lucha como las de antaño. Tiene razón Julio César Chávez cuando afirma que “el boxeo debe estar antes que todo”.

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