19/04/2024

El boxeo guayaquileño, derrotado por nocaut

Domingo 20 de Mayo del 2018

El boxeo guayaquileño, derrotado por nocaut

Popularidad por este deporte se esfumó. También peleadores, promotores y los técnicos de calidad.

Popularidad por este deporte se esfumó. También peleadores, promotores y los técnicos de calidad.

El pugilismo sénior es otra de las actividades deportivas que murió en Guayaquil. Por eso, ahora, parece ficción que la ciudad haya sido tan importante como plaza boxística para que el Voltaire Paladines Polo albergara, en 1977, una pelea por título mundial. Y era tal popularidad del arte de la fistiana que el máximo lleno en la historia del coliseo porteño se produjo por un combate entre Rafael Anchundia y el venezolano José Dandy Molina, en 1973.

Generaba tanto interés masivo el boxeo que los promotores no cesaban de hacer desfilar aquí, hasta hace tres décadas, a figuras que habían lucido coronas del mundo (el colombiano Ricardo Cardona, como profesional en peso supergallo; y el soviético Aleksandr Yagubkin, como amateur pesado).

Tan intrascendente es el boxeo profesional en la actualidad que ningún púgil nacional tendría opción de enfrentar a una estrella consagrada, como sí lo hizo, en épocas mejores, Wellington Wheatley ante el legendario panameño Roberto Manos de Piedra Durán, el 24 de febrero de 1980, en Las Vegas.

Pero los dirigentes provinciales se desentendieron del boxeo y “vino el declive”, dice Raúl Gamboa, expúgil y entrenador. Se extinguieron los empresarios, desaparecieron notables entrenadores como Guillermo Figurita Villagómez, Roberto Arbeláez, Eduardo Molina. Y los hermanos Raúl y Napoleón Gamboa no tienen pupilos de la categoría de Anchundia (“uno de los grandes ídolos que ha tenido el boxeo nacional”, dijo este Diario hace 41 años), Gastón León, César Chivo González, Guillermo Faz, Alberto Herrera, Segundo Murillo y Luis Castro (“rudos peleadores” que “demostraban sus innatas condiciones de guapos”), Ferny Páez, Lincoln Salcedo, Luis Castillo y otros.

Herrera recuerda que en 1977 “el público respondió como se esperaba. El Voltaire Paladines se llenó totalmente”, cuando retó al campeón ligero júnior de la Asociación Mundial de Boxeo, el boricua Samuel Sammy Serrano. “Fue una pelea muy dura (organizada por Omar Quintana), tanto para mí como para Serrano (ganador)”, dijo Herrera, cuyo promotor era el quiteño Marco Aguirre.

“Desde 1968 pusimos al boxeo como primera actividad deportiva de Ecuador, incluso superando al fútbol en asistencia. Llenábamos escenarios porque la gente prefería el boxeo, que era el deporte del pueblo. Alguna vez quedaron afuera del coliseo unas 5.000 personas”, refiere Aguirre, quien vivió 15 años en la urbe porteña. En 1994 el empresario fue responsable de la pelea, en Quito, entre Segundo Mercado y el estadounidense Bernard Hopkins.

“En Guayas se perdió interés por el boxeo. A nivel federativo se triunfa en semilleros, pero cuando uno inicia una actividad aspira a más. En el boxeo uno quiere lucirse en la élite, en mayores. Eso da la oportunidad de competir internacionalmente”, opina Raúl Gamboa.

Añade que “básicamente (el declive del pugilismo en Guayaquil) se debe a la dirigencia. Hay muchos chicos que han llegado a categoría sénior y han protestado porque sus aspiraciones han sido cortadas. Hay dimes y diretes entre la dirigencia y así no resolvemos nada”.

“En mis tiempos el boxeo se hacía en varios gimnasios. Ahora se centraliza en un solo gimnasio (complejo Los Cuatro Mosqueteros) y lo practican clubes que se comprometen con el voto para el dirigente de turno. El gran gimnasio de Guayaquil, el César Salazar Navas (Capitán Nájera y Tulcán), desapareció (fue demolido con la aceptación de Fedeguayas). Era un centro de acopio (de boxeadores) muy interesante. Ahora ahí hay un parque”, agrega.

“En Guayaquil había cartelera cada 15 días, había trabajo para todos”, resalta Gamboa.

“Mi primer combate profesional fue en 1989. Estuve en EE.UU. y al volver había mucha afición por el boxeo”, cuenta Mercado, perjudicado en su primera pelea con Hopkins (empate), que luego fue promotor.

“En el 2000 tenía entusiasmo por hacer carteleras para los boxeadores locales, pero mis mismos compañeros me querían cobrar demasiado. Hay material humano, pero...”. Segundo expone más motivos para el nocaut asestado al pugilismo: “Los boxeadores cogen algo de fama, se desmandan, y andan en vicios. Por eso se estancó este deporte. Y promotores no hay, y los que hay quieren llenarse los bolsillos”.

¿Y qué pasó con los entrenadores en la provincia? “Sí hay, pero Fedeguayas no nos ha dado oportunidad para participar como tales en el boxeo”, asegura Herrera, quien tras retirarse de los cuadriláteros en 1981 se dedicó a la formación.

“La masificación es importante, pero debe haber una gran cantidad de entrenadores capacitados. La Asociación de Entrenadores y Exboxeadores, que no tiene relación con la Asociación Provincial, ha dictado dos cursos para técnicos que se habían retirado y han regresado”, refiere Napoleón Gamboa, expúgil. (D)

En los años 70 el boxeo profesional era bueno. Guayaquil era la segunda plaza en Sudamérica, solo tras Argentina y su (coliseo) Luna Park.
Raúl Gamboa,
Entrenador de boxeo

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