07/05/2024

Luis Coto Vidales, el criminal que se convirtió en campeón de boxeo

Viernes 10 de Marzo del 2023

Luis Coto Vidales, el criminal que se convirtió en campeón de boxeo

Luis Vidales, el criminal que se convirtió en campeón de boxeo, luego de dejar su sueño de ser futbolista, cayó en depresión y comenzó a delinquir

Luis Vidales, el criminal que se convirtió en campeón de boxeo, luego de dejar su sueño de ser futbolista, cayó en depresión y comenzó a delinquir

Luis Coto Vidales, quiere ser el ave fénix en el boxeo y resurgir de las cenizas. Hace algunos años, Luis era una de las promesas del pugilismo mexicano, ganó los Guantes de Oro y obtuvo el cinturón de campeón internacional superwelter del CMB, pero hizo honor a su apodo (Coto) y cotorreó demasiado, al grado de perderlo todo para volver a empezar de cero.

La vida de Vidales ha sido una montaña rusa de emociones, las cuales lo llevaron por el mal camino, pues luego de ver esfumarse su sueño de ser futbolista profesional, comenzó a delinquir para de esa forma ‘desquitarse’ de la vida, de Dios y de todos aquellos a los que culpo por no conseguir su más grande anhelo.

El primer obstáculo que sorteó Coto Vidales en su sueño de convertirse en futbolista fue un entrenador que intentó abusar sexualmente de él a sus 15 años.

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“Mi sueño siempre fue el futbol. Desde que abrí los ojos, el futbol estaba en mi cabeza, nunca me imaginé vivir del boxeo.

Empecé en Pumas Oceanía, mi tío Raúl me llevó al fútbol, él me veía como su hijo y me apoyaba, me mandaba mis tenis de Estados Unidos, me mandaba dinero. Cuando jugaba jamás tomé, jamás me desvelé, estaba comprometido al 100 por ciento a ser futbolista.

En Pumas conocí al profesor Nico, él me llevó a San Juan del Río a jugar con ellos. A los 15 años me dejaron ir con él y me acuerdo de que el primer día nos acostamos en una cama un chavo, el profe y yo. El profe me empezó a decir: ‘¡Ay coto! tienes una energía muy positiva y le dijo a mi otro cuate que su energía era muy baja, negativa y que tenía que pasarle los problemas. Algo no me cuadraba, tenía como 80 años el señor, yo estaba espantado porque estaba lejos de mi casa no sabía cómo hacerle para que no abusara de mí. Me quería dar unas pastillas para dormir y al otro chavo se las tomó y pues abusó de él. Al día siguiente estábamos en el desayuno me habló y dijo que no iba a hacer nada en el fútbol, me dijo: ‘ya te diste cuenta de cómo son las cosas y mejor vete si no haces lo que yo te pido, de otra forma no vas a jugar”, reveló el pugilista.

Una lesión frustró su sueño

A pesar de lo ocurrido con el entrenador, Coto no bajó los brazos y continúa en busca de vivir del futbol, pero ocurrió la desgracia más grande en su vida.

“De ahí me fui con el profesor Sergio en una Tercera División y poco a poco fuimos subiendo, luego me fui a Garzas en Pachuca, estuve una temporada y de ahí nos fuimos a Querétaro, era una Segunda División ya con carnet único y podía jugar en Primera A, nunca jugué porque como todo el dinero manda. En un partido sentí un pellizco en la rodilla derecha y de ahí se me fue haciendo más fuerte hasta que no aguante el dolor, le dije al doctor que me dolía la pierna y me hicieron unos estudios, salió que tenía una distensión de ligamento y me dijeron que si me operaba y quedaba bien ellos me reembolsaban el dinero, sino que daba bien pues ya no continuaría porque no les servía. Lo platiqué con mis papás, pero no tenía del dinero para pagar la operación, éramos de escasos recursos no teníamos los 90 mil que nos costaba la operación y dejé el futbol, para mí uno de los golpes más fuertes de mi vida, sentí que mi vida ya no valía”, puntualizó.

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Comenzó a ‘coronar’

Tras este duro encontronazo de la vida, Luis inmediatamente decidió llevar su vida por el camino equivocado y comenzó a asaltar camiones, combis, cuentahabientes bancarios, etc.

“El día que me dijeron que ya no podía jugar recuerdo que llegué con mi carnal Kiko, era un gatillero y con Arnolin, les dije: ‘ya no puedo jugar futbol, vamos a ejecutar’. Se sorprendieron, todo mi equipo eran delincuentes, todos robaban el único que no robaba era yo. Lo tomé como desquite a la vida, a Dios, sentía que mi vida ya se había terminado ahí y empecé a ‘ejecutar’. Empecé a robar transeúntes, después de ahí seguí en los camiones y a mucha gente la golpeé, me empecé a graduar, me gustaba lo que sentía, me producía adrenalina el cometer algún delito, solo me gustaba, necesidad no tenía, mis papás me daban todo. Después le pegamos al robo de vehículo, todo era sobre pedido y después nos pusimos a pegar cuentahabientes. De ahí empezamos con cosas más fuertes cuando empezó todo lo de las organizaciones, los cárteles, nosotros empezamos con todos esos movimientos hace como 14 años y empezamos a hacer trabajos muy fuertes, muy pesados, fue lo último porque me agarró la policía, en esa ocasión yo tenía dinero tenía un dinero y pagué para que me soltaran, la segunda vez ya no tenía dinero y estaba embarazada la mamá de mis hija la niña más grande y ahí me pegaron, ya no tenía dinero para salir y mis papás pagaron 80 mil pesos, los 80 mil que necesitábamos en algún momento para la operación de la rodilla; se le pagó para los policías y me dejaran libre”.

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El box, un salvavidas

Luego de salir de los separos de San Cristobal, Luis Coto Vidales fue llevado por su tío a entrenar box.

Ahí empezó mi vida de cero, comencé a entrenar box, mi tío Raúl fue por mí, me dijo que ahí quemaría mis malas energías, mis ansias y así fue, pero no lo hacía con amor, solo lo veía para ocupar mi tiempo, no me gustaba trabajar, pero hace un par de años comencé a hacerlo realmente por amor al box”.

Una vez que el box comenzó a retribuir su esfuerzo y dedicación, llegaron los arrepentimientos de todo los delitos que cometió.

Me arrepiento de todo, me acuerdo de los delitos que llegué a cometer, de cada tontería que hice, siempre lo hice en mi juicio, sobrio, ahora me pongo en el lugar de las personas. Me acuerdo que una vez a un cuentahabiente la seguimos, nos bajamos mi carnal el Flaco y yo a ‘ejecutar’ (robar) a la señora y me acuerdo que cuando le quitamos la bolsa traía como 20 mil pesos, cuando abrí la bolsa y vi que traía una lista de útiles escolares me regresé y le dije: ‘señora discúlpeme, aquí está su dinero’, se puso a llorar y me dijo que Dios te bendiga mi niño y se puso a rezar. Ahorita yo pasé una situación muy difícil, perdí todo y hasta dos o tres pesos que tenía en la bolsa los valoraba mucho, imagínate a la gente que le quité su celular, a la gente que le quité dos mil o 10 mil pesos, qué tal si lo ocupaban para comer o una emergencia, es algo con lo que cargo y es mi castigo de vivir eso en la cabeza.

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Asimismo, Coto Vidales aceptó que hubo un delito que dentro de todos los delitos que cometió hay uno en especial que no lo deja dormir.

Hay algunos delitos que no me dejan ni dormir, ni comer a gustoTodos los delitos son malos pero el delito más fuerte que tengo en mi cabeza por obvias razones no lo puedo comentar, pero fue en otro estado. Un Policía Federal fue el que me llevó a hacer el trabajo y ese delito es el que me marcó para el resto de mi vida, ese delito fue fuerte. Fuimos a otro estado a trabajar, si así le podíamos decir. Lo hice con Pedrito el chico Facebook que ya lo mataron”, señaló mientras observaba su gimnasio, tomó aire y continuó.

“El boxeo me libera de todo. Cuando estoy arriba tirando golpes y recibiéndolos es el único momento que estoy tranquilo, es el único momento que estoy enfocado y feliz de hacer lo que estoy haciendo porque en cuanto acabo de entrenar los problemas llegan a mi cabeza, el pasado me va a atrapar algún día y sí traigo eso en la cabeza de tantas tonterías

La primera vez que volé en un avión fue cuando fui a cometer el delito a otro estado, mi sueño era volar, por eso agarré ese trabajo, nunca había volado en un avión, me sentía soñado, volar del barrio a otro estado; después de ahí la siguiente vez que volé fue a Ciudad del Carmen en una pelea y vi los parámetros del alcance de lo que viví. La primera vez fui escondido, espantado y regresé peor todavía, en la segunda fui a pelear, feliz, la gente se tomaba fotos conmigo, me pagaron la misma cantidad me pagaron por cometer el delito, tres mil dólares y a diferencia de esa vez les pude comprar regalos a mi familia, ahí me di cuenta que el boxeo me salvó absolutamente, me agarró, yo no agarré a él, el boxeo me agarró a mí".

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Se le esfumó todo

A pesar de que el boxeo le dio todo a manos llenas, Coto Vidales reconoció que el dinero se le fue por los excesos.

Firmé un contrato con una televisora y empiezo a quedar campeón nacional, tuve peleas fuertes, me patrocinaban y se me viene una vida de excesos, mujeres, falsos amigos y perdí todo, después nadie me saludaba.

Me acuerdo de un señor. Una vez me habló borracho y me dice: ‘hermano deposítame dinero por favor, hazme la fiesta, después yo te lo pago’, se lo deposité y como a los tres días me los quiso regresar y le dije: algún día que no tenga dinero me haces un préstamo o me pagas, pasaron cuatro años cuando fue lo del covid, yo estaba mal y le hable al señor, le dije: ‘señor no tengo dinero, tengo covid, me estoy muriendo se acuerda del paro que le hice’, me dijo: ‘sí mi niño’, así que le pedí 500 pesos, me pidió mi cuenta, pero nunca llegó el dinero.

Tenía mi departamento, mis motos, mi carrito y empecé otra vez en los excesos, ya no entrenaba, ya no peleaba, me terminé todo mi dinero, hablo con un amigo y regresé a pelear, mi última pelea antes de perder todo fue en Canadá y después me llevaron a un lugar muy feo, ahí me dijo, qué se siente de haber estado en otro país ganando miles de pesos y ahora estás aquí por dos mil 500 pesos, ahí agarré la onda nuevamente".

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Pensó que le llegó su hora

Las falsas amistades pusieron en riesgo la vida de Luis, pues fue detenido nuevamente por la policía, quien lo torturó por horas y pensó en que perdería la vida por algo que no hizo.

“Me acuerdo que me patrocinaba un carnal, le decíamos el ‘Viejón’, lo quería mucho, ya en paz descanse. Yo nunca supe a qué se dedicaba, lo intuía porque en las fiestas siempre había drogas, mujeres, etc y veo que lo agarraron, me marcó de adentro de la cárcel, platiqué con él y le dije: ‘eres mi amigo, te quiero mucho, pero que yo no quiero tener problemas.

Como a los 5 meses me detiene un convoy, me preguntan cómo te llamas, le dije Coto Vidales y me querían subir a la mala, entonces me empecé a agarrar a golpes y me suben al convoy. Me acuerdo clarito cómo iban hablando por teléfono: ‘ya tenemos a tal, lo agarramos por el de las aguas, lo puso el de las aguas, yo pensé, me van a matar, yo creía que era en la contra del que era mi amigo, de pronto escuché que dijo ‘pásense de lanza’ se me vinieron a la mente mis hijos, pensaba, soy lo único que tienen, soy lo que los hace fuerte, pero también dije: Dios mío llegó el momento que tenía que llegar, voy a pagar lo que lo que hice. Un rato estuvimos dando vueltas hasta que me llevaron a una delegación; me meten un cuartito pequeño y me dicen: ‘a ver, nos vas a decir dónde está tal persona; yo ni sabía dónde estaba tal persona y si lo hubiera sabido no lo iba a decir. Después de la golpiza que me dieron me torturaron los policías de investigación de Ecatepec. Me pusieron tape en las manos, en los pies, en los ojos, en la boca y me vendaron. Pusieron mis peleas y me decían no que muy fregón y me pegaban, después me dieron toques eléctricos en mis partes nobles, es un dolor horrible, sentía que la panza se me iba a estallar, después me empezaron a asfixiar con plásticos, me hice el desmayado. Después llegó un viejo y dijo: tráigame un pepino se lo voy a meter a ver si resiste, pero cuando vi que traían el pepino y me estaban bajando el pantalón les dije que no era yo y que yo no sabía, así que me llevaron a declarar. Me acuerdo que estaba sentado y gente que llegaba y decía quién era me pegaban.

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Al final un señor me dijo si mañana te encuentro, ni me conoces ni te conozco. Me ponen las esposas y me dicen, te vamos a trasladar al reclusorio, me llevan y en la 30 a 30 me sueltan, yo pensaba que bajándome me dispararían, así que al estar en el puente dije, si se regresan me aviento para quitarme la vida. Estuve una hora ahí sin moverme, en shock, como a las 11 le hablo a mi mamá y le digo: ‘mamá voy para la casa y me pongo a llorar, me preguntó que me había pasado y solo le dije: ‘me aventé un tiro en el futbol y pegaron’. Concluyó.



DAO


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