Llegaba el Manchester City a este duelo con las peores sensaciones de la temporada. Primero por el varapalo de la ida (3-0) en Anfield, que obligaba a los de Pep Guardiola a una remontada heroica hoy ante el Liverpool. Y después por el bajón del pasado sábado cuando se les escapaba a los citizens la posibilidad de cantar ya el alirón ante su gran rival histórico, el Manchester United, que remontaba tras el descanso un 2-0. Dos lunares en una temporada que estaba siendo prácticamente inmaculada, y que llegaban en el peor momento posible. Era el turno por tanto de ver si el método Guardiola funcionaba, si esa gran apuesta realizada por el combinado del Etihad Stadium comenzaba ya a fraguar en el punto álgido del segundo proyecto. Y fiel a su estilo, el de Santpedor salió de inicio más al ataque que nunca, con un 3-1-4-2 claramente ofensivo, con la idea de arrinconar a los visitantes reds en su zaga e intentar dominar con juego fluido y ocasiones. Seguramente a Jürgen Klopp no le sorprendía este planteamiento, e incluso se puede decir que lo esperaba para sacar a relucir su librillo. De manera que armó un bloque con un 4-3-3 con tintes sólidos y tres balas en el ataque, para poder aprovechar sus oportunidades a la contra, ya que un gol le dejaría las cosas muy favorables a su equipo.
Pero el gol que llegaba primero era el de los locales. De hecho bastante pronto, en el minuto 2, cuando Gabriel Jesus remataba un centro de Raheem Sterling solo, ya que antes una pérdida de Virgil Van Dijk, que se quedó pidiendo falta, propició esa rápida jugada de los citizens que sorprendió a los reds. El inicio sin duda soñado por Pep Guardiola, a quien poco a poco su planteamiento le iba funcionando. De hecho fue el esperado en todo el primer acto, en el que solamente los de Jürgen Klopp pudieron hilar una jugada de peligro a la contra, y fue antes del descanso con una combinación entre Mohamed Salah y Alex Oxlade Chamberlain. Antes, un dominio apabullante del Manchester City, que aprovechaba bien las bandas con Leroy Sané por la izquierda y Bernardo Silva por la derecha, con unos activos Kevin De Bruyne y David Silva, y también con Raheem Sterling apareciendo por todas partes. Mientras, Fernandinho hacñia buenos los planes de su entrenador con su omnipresencia.
Sus robos y conducciones eran fundamentales a la hora de otorgar el dominio del esférico a los sky blues, y por tanto más situaciones de peligro para los de Pep Guardiola, quien por cierto fue expulsado al descanso por Mateu Lahoz, al que protestó airadamente por el gol de Leroy Sané que no subió al marcador. El colegiado español se equivocó, y quizás esto podría haber cambiado el signo de la eliminatoria. Pero esto también es parte del fútbol. De manera que se presentaba una segunda parte similar, aunque con menos tiempo para el Manchester City, que tendría que arriesgar para marcar dos goles y forzar la prórroga.
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— Manchester City (@ManCity) 10 de abril de 2018
El factor Mohamed Salah
Decíamos antes que el Liverpool lo fiaba todo a las contras, y especialmente a Mohamed Salah para intentar ese gol que terminara de sentenciar la eliminatoria. Y la paciencia tuvo premio para los reds, que lograron el gol por medio del egipcio en el minuto 56. Ese gol, como reflejaba el gesto de Pep Guardiola desde la grada, dejaba visto para sentencia el choque y la eliminatoria. Desde entonces todo fueron ataques infructuosos de los citizens y por parte de los visitantes dejar pasar los minutos para esperar a otro gol a la contra.
Esa diana llegó por medio de Roberto Firmino, quien lograba el tanto de la remontada con la que los reds volvían a ganar al Manchester City, quien se queda fuera de esta Champions League como el FC Barcelona. El Liverpool vuelve a unas semifinales de la máxima competición continental diez años después, y esperan ya rival en el sorteo del viernes.
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— Liverpool FC (@LFC) 10 de abril de 2018