Han sido los dos mejores jugadores de la Premier League esta temporada. Mohamed Salah votado como tal por sus propios compañeros, y asentado como el máximo goleador del fútbol inglés, firme aspirante a la Bota de Oro y que peleará previsiblemente por el Balón de Oro ante Cristiano Ronaldo en la final de la Liga de Campeones.
En cuanto a Kevin De Bruyne, hablamos del estandarte del vigente campeón, el Manchester City. Es el jugador diferencial en el esquema de Pep Guardiola, un futbolista de un enorme talento, autor de 15 asistencias y 8 goles en los 34 partidos jugados en este ejercicio.
Ambos pertenecieron al Chelsea durante la primera temporada de José Mourinho en su segunda etapa, si bien no llegaron a coincidir en el equipo. En 2014 el belga fue vendido al Wolfsburgo y al año siguiente el egipcio era traspasado a la Roma, previo paso por la Fiorentina.
Aunque en el caso del africano, Mourinho se defendía recientemente argumentando que no fue decisión suya venderlo: «Fuí yo quien se encargó de que Salah fuera al Chelsea. Pero vino cuando era demasiado joven, físicamente no estaba listo, mentalmente no estaba preparado, social y culturalmente estaba perdido y todo era difícil para él. Fue una decisión que tomamos colectivamente, pero después de eso, la decisión de venderlo y usar ese dinero para comprar otro jugador no fue mía. Pero incluso si lo fuera, en el fútbol cometemos errores. Muchas veces, muchas veces algunos jugadores se desarrollan de una manera que no esperábamos, otros no alcanzan otro nivel como pensábamos que sería, así que ni siquiera creo que sea un error, es solo parte del trabajo».
En total, 37 M€ sacaron los blues, siendo en ambos casos más dinero del desembolsado por sus fichajes desde Basilea y Genk. Sin embargo, ahora queda la sensación de que se escaparon dos estrellas que de haber coincidido en Stamford Bridge más tiempo habrían maravillado juntos.