24/04/2024

Jorge Barraza: Fútbol con técnicos de póker

Domingo 20 de Mayo del 2018

Jorge Barraza: Fútbol con técnicos de póker

Antonio Valencia tuvo una tarde gris, muy pegado a la raya, constreñido a una oscura tarea de recibir y tocar rápido, por lo general hacia atrás. Ni centros sacó.

Antonio Valencia tuvo una tarde gris, muy pegado a la raya, constreñido a una oscura tarea de recibir y tocar rápido, por lo general hacia atrás. Ni centros sacó.

El Chelsea dejó al Manchester United con las manos vacías. Y los bolsillos también. Después de haberse gastado 410 millones de euros ($ 483 millones) en refuerzos que poco le rindieron, al Manchester United y en especial a su entrenador, José Mourinho, les quedaba la Copa Inglesa para no terminar el año en blanco. Era la última ficha.

Pero el ganador de la partida fue el Chelsea y, sobre todo, el técnico italiano Antonio Conte. A Conte lo daban casi por despedido del club londinense antes de la final, pues no logró clasificar a la Champions League. Ahora quién sabe… En dos temporadas manejando el equipo de Roman Abramovich, el ex-DT juventino ganó una Premier (la 2016-2017) y esta FA Cup 2017-2018. Son los dos trofeos más importantes del fútbol británico.

La Copa Inglesa es el torneo de fútbol más antiguo del mundo, creado en 1871, mucho antes que el campeonato de liga. Tiene una tradición extraordinaria, la final se juega en el estadio de Wembley y durante mucho tiempo la copa era entregada en persona por los reyes o algún miembro prominente de la corte. Por tanto, ganarla conlleva un alto prestigio, no es poco botín en el año futbolero. Era la 137ª edición y Chelsea la levanta por octava vez desde su primera conquista en 1970.

El gran responsable de la victoria azul es Eden Hazard. De sus pies y de su inventiva nacieron las tres o cuatro jugadas clave del partido, las que lograron el desequilibro. Y el único gol, de penal, por una falta que le cometieron a él mismo. El belga se ganó un entero que lo encamina al Mundial con la confianza en el cielo y queda en lo alto del escaparate para una posible venta al Real Madrid, pues es el jugador que viene reclamando Zinedine Zidane desde hace tiempo. Demostró que tiene la madera para calzarse la 10 en el Bernabéu. Fue la figura de la tarde, se arregló con poco y sin compañía para tocar. Por él ganó el Chelsea. Fue “el” argumento. Los demás contribuyeron con sudor.

La partida, más que el partido, era predecible. Tanto Conte como Mourinho son dos pragmáticos, dos retranqueiros como dicen en Brasil, jugadores de póker puestos en el fútbol que calculan cada movimiento del rival. Ambos asumen pocos riesgos, priorizan el bloqueo del oponente por sobre la vocación ofensiva y la creación de juego. Aunque Conte es menos amarrete que el portugués. Era imaginable que en una final en la que ellos dos (y los clubes) se jugaban la temporada, fueran aún más conservadores que de costumbre. Así fue el trámite, y así se definió: 1-0 y por un penal. Que fue, de Phil Jones al citado Hazard; lo cruzó sin tocar el balón cuando el armador estaba por rematar al gol. Luego hubo otro penal a favor del Chelsea, clarísimo, por mano de Ashley Young en el minuto 70.

Pero ahí el joven árbitro Michael Oliver ya no se atrevió. Dos a cero con dos penales tal vez le pareció excesivo. Oliver es el juez que dio la pena máxima al Real Madrid en el minuto 93 ante la Juventus.

La cautela de ambos entrenadores se reflejó en las alineaciones: Conte dejó en el banco al brasileño Willian, quien puede romper la monotonía en cualquier instante y juntarse con Hazard, y Mourinho a Lukaku, su artillero con 26 anotaciones. No se entendió que quedaran fuera de la final. Otra decisión que indicaba que no querían exponerse de ninguna forma se dio con los arqueros. En copa venían tapando Sergio Romero en el Manchester y Willy Caballero en el Chelsea, pero ayer Mourinho salió con De Gea y Conte con Courtois, los titulares en liga. ¿Cómo se sentirán aquellos…?

Después de la apertura del marcador (bastante temprana, a los 22 minutos) Mourinho tampoco se decidió a mandar la tropa adelante. Pareció que el United solo podría empatar con una pelota parada, un tiro desde afuera o con un centro y cabezazo, no elaborando juego, no está estructurado para eso. Pero ni con aquellos viejos y elementales recursos. En ese escenario, cabía esperar al menos un toque individual: que Marcus Rashford generara un desborde o bien que Alexis Sánchez inventara una jugada de desequilibrio, pero el chileno (el futbolista con mayor salario de Inglaterra) estuvo con las luces apagadas y cierra un semestre pobre en su nuevo club. Alexis debía ser el Hazard del United, para eso lo llevaron pagando una fortuna. Defeccionó seriamente. Es posible que se adapte y levante en el próximo curso.

Antonio Valencia también tuvo una tarde gris, muy pegado a la raya, constreñido a una oscura tarea de recibir y tocar rápido, por lo general hacia atrás, sin atrevimiento para buscar un desborde, una gambeta o una triangulación o un disparo de media distancia. Ni centros sacó, que suelen ser su fórmula. Se benefició de que el Chelsea jugara sin puntero o al menos sin un volante por su sector, y eso le permitió moverse del medio hacia arriba. Aun así, no tuvo trascendencia.

En la segunda etapa fue más incisivo el equipo de Mou, que fue rojo pero no diablo. Avanzó con un poco más de convicción, aunque no la suficiente para sacudir la red o herir al fondo del Chelsea. Hubo, sí, un cabezazo de Phil Jones que motivó una notable tapada de Courtois y una entrada franca de Rashford que estando de cara al arco definió al cuerpo del gigante belga. Fueron las únicas ocasiones de peligro cierto. El Chelsea también pudo aumentar, el español Marcos Alonso, solito, se deglutió el 2-0 por demorarse.

Manchester United termina un año en blanco con dos agravantes: el dineral que gastó en refuerzos que no dieron resultado, al menos hasta ahora (el único que cumplió fue Romelu Lukaku y no entró en el once titular) y el doblete de su clásico adversario ciudadano, el Manchester City, que ganó la Premier con récord de puntos (100) y se alzó también la Copa de la Liga. El único alivio es que clasificó para la próxima Champions, pero para competir con posibilidades debe seguir incorporando. Y en ese plano debe apuntarle a una estrella grande, alguien capaz de cargarse el equipo y armar el juego.

El United terminó la Premier a 19 puntos del City, que fue una máquina. Y el Chelsea a 30. Se notó en la final. Era el choque de dos millonarios con hambre de triunfos. Y el duelo se definió no porque neutralizaron bien al rival, sino porque se encendió el que tenía más fútbol adentro que los otros veintiuno: Eden Hazard. Él dibujó la sonrisa del Chelsea. Debería ser una enseñanza. (O)

La partida, más que el partido, era predecible. Tanto Conte como Mourinho asumen pocos riesgos, priorizan el bloqueo del oponente por sobre la vocación ofensiva y la creación de juego.

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