07/05/2024

Jorge Barraza: ¿Será el Liverpool de Klopp un equipo de época...?

Domingo 15 de Diciembre del 2019

Jorge Barraza: ¿Será el Liverpool de Klopp un equipo de época...?

Trocó años de sinsabores por este presente que es, quizás, la etapa más feliz de la historia del club. Salvo una catástrofe, el título de liga debe caer puntualmente y cortará la peor racha negativa de sus 127 años de vida. Correrán ríos de cerveza.

Trocó años de sinsabores por este presente que es, quizás, la etapa más feliz de la historia del club. Salvo una catástrofe, el título de liga debe caer puntualmente y cortará la peor racha negativa de sus 127 años de vida. Correrán ríos de cerveza.

Buenos Aires -

Sin lucir, acaso sin merecerlo, aunque con su habitual pragmatismo y contundencia, el Liverpool de Jürgen Klopp venció 2-0 al Watford. El último de la tabla, con una nómina modesta, técnico interino y en calidad de visitante, le creó cinco situaciones de gol netas y el marcador pudo haber sido muy diferente. No hay ningún aspecto del fútbol que refleje más nítidamente la jerarquía de un jugador, de un equipo, que la definición. Hubo una notoria ambivalencia en ese aspecto entre el líder y el colista.

“¡Es una maravilla este equipo…!”, gritó el relator. Es una maravilla cómo gana, jugando es menos maravilloso, aunque muy seguro y contundente. Sus números sí son definitivamente asombrosos. Faltando una fecha para culminar la primera rueda de la Liga Premier inglesa, le sacó –provisionalmente, pues tiene un partido más– 11 puntos de ventaja al segundo, el Manchester City. Abrir una brecha tan amplia frente a un equipo de Guardiola antes de la mitad del torneo es una hazaña nunca registrada (e impensada) desde 2008, cuando Pep comenzó a dirigir. De 17 partidos ganó 16 y empató uno el cuadro liverpuliano. Salvo una catástrofe, debería darse ese baño de gloria: ganar una liga después de exactos 30 años. Muchos de los aficionados que lo vieron coronarse en 1990 aún bajo el influjo de Kenny Dalglish deben estar en el otro mundo.

Pero este renacimiento de la mano del entrenador alemán pinta para hacer época. Klopp les ha devuelto la vida, la euforia, el orgullo. Una prueba más de que todo proyecto futbolístico exitoso no empieza fichando un buen número 9 sino un excelente conductor. Que en su caso excede el excelente para ser fenomenal. Klopp había dejado el Borussia a fin de su contrato en mayo de 2015 con la idea de tomarse un año en blanco para descansar y desenchufarse, pero ante semejante oportunidad, el Liverpool no lo pensó y le hizo una oferta irrechazable, con lo cual se lo aseguró. Fue una decisión histórica.

Le llevó casi tres temporadas reformular el plantel heredado en octubre del 2015. De los 44 jugadores que recibió entonces, apenas quedan ocho. De ellos, Firmino, Henderson, Lovren, Milner, Joe Gómez, Origi y Lallana, los más importantes, aunque solo los tres primeros titulares fijos. Los Salah, Mané, Alisson, Van Dijk, Robertson, Fabinho, Alexander-Arnold, Keita, Wijnaldum, etcétera, los fue agregando Klopp. Un armado artesanal (aunque en los casos de Alisson, Van Dijk y Mané hubo alta billetera también).

Pero no se equivocó casi nada Jürgen, apenas con el arquero Karius, lo que le costó una Champions. Ahora están haciendo oficial la llegada del atacante japonés Takumi Minamino, del Salzburgo austriaco. Un jugador interesantísimo, muy técnico, inteligente. Parece muy buen fichaje, aunque siempre hay que esperar. Y por la nueva normativa, puede jugar en esta misma Champions, pese a que ya participó. Los 8,5 millones de euros que pagarán por él representan una apuesta prudente. Si no confirma sus aptitudes, no habrá lamentaciones del tipo Coutinho (160 millones€) o Dembelé (140 millones), de las que el Barcelona tiene tantas.

Klopp ha ido elaborando sabiamente su ejército. Necesitaba un zaguero, llevó a Van Dijk (Balón de Plata); le urgía un arquero, hizo contratar a Alisson (premio Yashin); quería mejorar el lateral izquierdo, solicitó a Andrew Robertson, un guardia pretoriano. En la otra banda promovió a Alexander-Trent, la gran revelación roja, ya inamovible en la selección inglesa. Con ellos cuatro el conjunto aumentó notablemente su seguridad defensiva, podría decirse en un doscientos por ciento. Se les fue a la brava Coutinho y recomendó guardar los alocados 160 millones de euros que pagó el Barça. Si pidiera a Mbappé se lo concederían, Liverpool es un club rico, no obstante, no es el estilo de Jürgen, prefiere ir agregando piezas con cuidado y moderación. Le gusta formar estrellas, no comprarlas. Pero ya tiene la dotación armada, solo hace retoques del tipo Minamino.

Al segundo año de estar en Inglaterra fue finalista de Europa en aquel polémico choque ante el Real Madrid; al tercero ganó la Champions y fue subcampeón de liga, consiguiendo 97 puntos, a uno del Manchester City campeón. Hubiese sido un doblete antológico. Trocó años de sinsabores (con el agregado de que el eterno rival Manchester United hilvanaba título tras título con Alex Ferguson) por este presente que es, quizás, la etapa más feliz de la historia del club, no solo por los éxitos actuales sino por los que podrían llegar. Salvo una catástrofe, el título de liga debe caer puntualmente y cortará la peor racha negativa de sus 127 años de vida. Correrán ríos de cerveza. Ese es hoy su objetivo primordial, más que levantar otra Champions. Consciente de quién es el padre de la victoria, el club acaba de renovarle el contrato a Klopp.

Tenía hasta 2022 y lo extendieron hasta junio de 2024, o sea esta y cuatro temporadas más. La gente, dichosa. De modo que ya lo sabemos, el Liverpool será el rival a vencer en los próximos cinco años, en Inglaterra y en Europa. El equipo ha internalizado todos los movimientos tácticos, cómo defender y, sobre todo, cómo atacar.

Los jugadores tienen la confianza al tope, hay euforia en el club, en los hinchas. Están dados todos los elementos para reinar por un buen tiempo. Incluso el promedio de edad del once titular es magnífico. ¿Cuál es el secreto de Klopp…? Un hombre que irradia seguridad y optimismo, con mucha capacidad táctica sin cortarle las alas a sus creativos tipo Salah, Mané, Firmino. Y, acaso lo más importante, mantiene una fantástica relación con sus dirigidos. Cesc Fábregas, hoy en el Mónaco, lo puso en las nubes: “Este Liverpool es claramente una gran obra de Klopp, un entrenador impresionante. He hablado con él alguna vez y, la verdad, me parece un tío muy especial, que respeta a los jugadores pero que se hace respetar muy bien, debe ser una gozada trabajar con él”. Lo piensan todos. Un gesto lo describe: cuando hace un cambio, el jugador que sale lo abraza. Para alcanzar los éxitos grandes se necesita un plantel calificado y, sobre todo, amplio; para poder mantener animados a los que no juegan es preciso generar un ambiente de competitividad y camaradería. El Liverpool gana porque, aunque el juego se complique, siente que va a ganar, lo anima esa seguridad.

Y si va perdiendo sabe que puede darlo vuelta, que lo hará. Es el primer favorito para ganar la Champions de nuevo. Su enemigo más duro es el calendario. A partir de hoy, según le vaya en cada competición, deberá afrontar entre 28 y 44 partidos en los cinco frentes abiertos (en todos puede celebrar): Premier, Copa Inglesa, Copa de Liga, Mundial de Clubes y Copa de Europa. Todo en 24 semanas, una maratón. Ya mismo deberá dividirse: jugará el próximo martes en Birmingham por Copa de Liga y el miércoles en Doha por el Mundial. Presentará dos equipos diferentes y seguramente los titulares estarán en Catar.

El Ferguson de ahora lo tiene el Liverpool, se llama Klopp.

El Alex Ferguson de ahora lo tiene el Liverpool, se llama Jürgen Klopp. Este renacimiento de la mano del entrenador alemán pinta para hacer época. Les ha devuelto la vida, la euforia, el orgullo".

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