Las sensaciones que transmitió el FC Barcelona en el partido contra el Levante generaron un doble análisis. La primera mitad fue realmente satisfactoria, dado que el juego de las tropas de Quique Setién fue alegre, dinámico, asociativo y hasta frenético. De todos modos, la imagen ofrecida durante los segundos 45 minutos propició que la parroquia culé se marchase con un sabor de boca algo agridulce.
Pese al triunfo en el Camp Nou, todo ello para seguir la estela del Real Madrid en Liga, el vigente campeón del torneo de la regularidad en Primera División continúa evidenciando que ha perdido por completo la capacidad para ejercer el control sobre sus oponentes. Esa capacidad de liderazgo que, como era evidente, se antojaba complicada de mantener tras la marcha de Xavi Hernández y Andrés Iniesta.
No cabe duda que Lionel Messi hace lo indecible para guiar a los suyos hacia la senda del éxito, si bien es cierto que necesita un poco más de colaboración del centro del campo en adelante. La baja de Neymar afectó en demasía a la escuadra presidida por Josep Maria Bartomeu en su momento, aunque Jordi Alba y Luis Suárez (4 meses en el dique seco) han demostrado con creces ser los mejores socios del rosarino desde que el canterano del Santos puso rumbo al PSG.
Tal y como indica Marca, Setién quiere priorizar la presencia de jugadores en la medular, zona del campo en la que dispone de efectivos de la talla de Ivan Rakitić, Sergio Busquets, Arthur Melo, Frenkie de Jong, Arturo Vidal o un Riqui Puig del que se esperan grandes cosas en la Ciudad Condal. Asimismo, parece que el cántabro se ha decantado por completo por Ansu Fati (doblete contra los de Orriols), una vez que Ousmane Dembélé prosigue con la recuperación de su lesión.