El entrenador del Necaxa, Michel Leaño, tiene una utopía. Que los futbolistas algún día gestionen por sí mismos un equipo de fútbol sin la necesidad de contar con un director técnico. Es decir, que ellos pongan las alineaciones, establezcan sus propios horarios para entrenar, entre otras tareas propias de un cuerpo técnico.
"Sueño con un equipo que sea autorregulado por los jugadores, donde ellos decidan cuándo entrenar, las alineaciones, lo que comen, sus salidas nocturnas, donde ellos decidan la estrategia del partido, porque yo realmente creo en el jugador", dijo a ESPN en una entrevista en 2017.
Leaño, quien el pasado fin de semana venció al América en su debut en el máximo circuito, decía en ese momento que sus entrenamientos eran distintos y complicados, pues pretendía crear situaciones que se presentan a la hora de los partidos.
"A mí no me gusta entrenar los automatismos tan trillados en nuestro fútbol, donde el dos se la tiene que dar al tres y el tres al nueve, luego una media vuelta y una pared y llegan al área. Lo que buscamos hacer en los entrenamientos es muy complicado y consiste en recrear situaciones de juego para que el jugador aprenda a tomar decisiones durante los entrenamientos, señaló.
Leaño ha vencido en dos de las tres ocasiones que ha enfrentado al América. Las dos primeras fueron en compromisos de Copa, perdió 0-3 cuando dirigía a Venados en el 2016, pero un año después se impuso 3-2 desde el banquillo de Coras. Ahora con Necaxa, en el máximo circuito, los volvió a superar, pero ahora por 2-1 en el marcador.
"No soy producto del sistema, y cuando es así hay muchos detractores, si yo fuera parte del sistema también criticaría, no hay ataques, es respetable lo que se opine. No tengo miedo a decir que no fui jugador, ni que no tuve los dotes para patear el balón", dijo en su presentación con Coras en el 2017.
En el 2012 fue directivo de Chivas, donde también intentó innovar, pero su estrategia resultó un error y las críticas por presentar a la afición como un refuerzo llegaron como avalancha. Lo positivo para su corta gestión fue que Michel aceptó su pifia.
"No solo es esa frase, tengo muchas equivocaciones, y esa es una, fue una tontería, no soy infalible, me equivoco mucho, no volvería a hacer algunas cosas que hice, y que el tiempo sea el encargado de juzgarme, y no fue una buena estrategia", finalizó.