28/03/2024

Ricardo Vasconcellos Rosado: Barcelona-Flamengo, un bochorno histórico

Domingo 27 de Septiembre del 2020

Ricardo Vasconcellos Rosado: Barcelona-Flamengo, un bochorno histórico

El partido se jugó, pese a casos de COVID-19, en una muestra de la renuncia a la soberanía de los Estados.

El partido se jugó, pese a casos de COVID-19, en una muestra de la renuncia a la soberanía de los Estados.

El 22 de septiembre de 2020 quedará en la historia como una de las fechas más bochornosas de nuestro fútbol, porque trajo consigo una de las tantas muestras de la renuncia a la soberanía de los Estados en favor de dos de las entidades más poderosas y más corruptas del planeta: la FIFA y la Conmebol. Su poder pasa por encima de las constituciones y las leyes de los países y ante él se inclinan presidentes y jefes de Estado democráticos, reyes y jeques, y los más fieros dictadores y sátrapas. ¿Una minúscula prueba? La Federación Ecuatoriana de Fútbol, según la opresiva Ley del Deporte que nos rige, solo está sometida a sus estatutos y a las órdenes de FIFA y Conmebol.

Por ello, desde el mandato de Luis Chiriboga Acosta, pasando por Carlos Villacís, hasta Francisco Egas, la FEF puede hacer lo que le venga en gana, pues cuenta con el respaldo de la autocrática FIFA y su obediente subsidiaria, la Conmebol, donde anidaron los Grondona, Jadue, Leoz, Chiriboga y otros convictos por la justicia. La FIFA prohíbe que los dirigentes acudan a los tribunales ordinarios para resolver sus conflictos internos. Egas lo hizo para impedir su destitución. Conmebol resolvió que el presidente de Ecufaútbol podía hacer aquello que la FIFA prohibía y en lugar de validar la destitución sancionó a los denunciantes. Una muestra de solidaridad que solo se veía en Sicilia en otras épocas.

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El pasado 22 de septiembre debían jugar Barcelona y Flamengo por la Copa Libertadores, en medio de una pandemia que en Guayaquil produjo miles de muertos y cuya crisis amainó por las medidas de prevención del Municipio. Dos días antes del compromiso los directivos de Flamengo detectaron que siete futbolistas estaban contagiados de COVID-19, entre ellos tres titulares. De inmediato ordenaron que viajen a Guayaquil cuatro juveniles para completar su nómina. Un día después el Municipio envió brigadas al hotel en que se hospedaba la delegación visitante y encontraron que otros dos miembros eran portadores del virus.

Con el temor de nuevos contagios los afectados fueron aislados. La alcaldesa Cynthia Viteri, consciente de su responsabilidad, convocó la mañana del 22 de septiembre al Comité Cantonal de Operaciones de Emergencia (COE) y apenas pasado el mediodía se conoció que el Monumental estaba inhabilitado para llevar a cabo el partido. Un documento, firmado por la alcaldesa Viteri –presidenta del COE cantonal– y Allan Hacay –director de Gestión de Riesgos–, afirmaba: “Se inhabilita temporalmente el estadio Monumental Banco Pichincha, conocido también como Estadio de Barcelona, para encuentros deportivos de cualquier índole, ya sea con público o sin este, hasta segunda orden”. Ambos obraron de buena fe y tratando de resguardar el bien público, pero ningún asesor les informó que en el fútbol no mandan los presidentes, los dictadores, los monarcas, peor los alcaldes. Todo el poder reside en los insanos cenáculos de la FIFA y de Conmebol, en el caso de Sudamérica. Poco tiempo después la alcaldesa, ya informada de la realidad, dio un paso atrás: “El estadio Monumental no está inhabilitado. Estamos a la espera del pronunciamiento del ministro de Salud, en función de establecer si se da o no el partido de hoy. Seguiremos el protocolo que el ministerio señale”.

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¿Qué factores produjeron el cambio de actitud de la alcaldesa, el COE cantonal y la Dirección de Gestión de Riesgos? Nada más y nada menos que la omnipotencia del presidente de Conmebol, el cuestionado Alejandro Domínguez. La renuncia de la soberana decisión de proteger la salud de los guayaquileños fue anunciada desde Quito, en tono servicial y de sometimiento, por Álex Anchundia, subsecretario general del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias de Ecuador: “Como COE nacional debe respetarse el protocolo de Conmebol que fue aprobado, ese protocolo no establece suspender algún partido, hay procedimientos en caso de positivos”. Además, agregó que “dentro de los protocolos aprobados no registra que se deba suspender un partido por cinco, seis o siete contagiados”. En otras palabras, aquí manda Conmebol.

Flamengo, sin sus jugadores titulares y afectado anímicamente por lo sucedido, le dio un baile a Barcelona, con varios futbolistas que ganan sueldos que están entre los más altos de Sudamérica.

Los casos de sumisión al interés de los organismos internacionales nos llenan de vergüenza. La Secretaría Nacional del Deporte, que sin tocar ningún pito en temas de pandemia, amenazó con castigar a los clubes que hagan entrenamientos sin su permiso, no ha dicho nada sobre este capítulo bochornoso en que el Estado se vio rebasado por el interés comercial de Conmebol. Barcelona se sumó irresponsablemente con un comunicado que sostenía que su estadio “nunca” fue inhabilitado, desmintiendo a la alcaldesa y a las autoridades, y aclaró que “el protocolo de Conmebol debe ser respetado en todo momento”. Una afrenta total. Ese Flamengo, campeón de la Libertadores 2019, sin sus jugadores titulares, afectado anímicamente por lo sucedido, le dio un baile a Barcelona, con varios futbolistas que ganan sueldos que están entre los más altos de Sudamérica, y que terminó eliminado de la primera fase.

Sin vínculo emocional

Los ‘analistas’ tácticos salieron a justificar la penosa eliminación: “Se notó la falta de Fidel Martínez”. Ayer dijeron que se notaba la falta de Jonathan Alves (casi $50 000 mensuales). Antes de ayer alegaron que las derrotas se producían por la ausencia de Damián Díaz ($ 74 000 al mes). Un elenco de nómina millonaria que se desconcierta por la falta de un jugador no es un equipo, es un amontonamiento de mediocridades afortunadas que sin sentir ningún vínculo emocional con el equipo se llevan de las arcas millones de dólares.

Los dirigentes del club dijeron antes que no habría contrataciones costosas porque solo iban a jugar “el campeonato financiero” para afrontar la deuda dejada de modo irresponsable por José Francisco Cevallos (¿qué pasó con la auditoría forense para encontrar a los causantes del derroche?). Pero las contrataciones llegaron. Una docena de nacionales arribaron a las filas toreras. A ellos se agregaron los foráneos Bruno Piñatares, Javier Burrai, William Riveros, Emanuel Martínez y Christian Colmán. Ellos se unieron a los ya gastados Matías Oyola, Gabriel Marques y Alves. Los extranjeros –a excepción de Burrai– son un lastre no solo para las arcas del club sino para el funcionamiento del remedo de equipo que tiene Barcelona. Los nacionales, salvo unos cuantos, no merecen vestir la gloriosa camiseta oro y grana.

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La jornada del 22 de septiembre es una épica del bochorno y el sometimiento del Estado a las órdenes de la Conmebol y FIFA. Ya el 24 de mayo de 1981 nos inclinamos por la obediencia sobre el honor nacional. El accidente que tronchó la vida del presidente Jaime Roldós, su esposa y la comitiva presidencial, le importó un comino al veedor de la Conmebol, el brasileño Abilio de Almeida. Los dirigentes de la FEF dispusieron la suspensión del partido contra Chile, en el Modelo, por las eliminatorias del Mundial 1982, pero el veedor ordenó que se reanudara y amenazó con sancionar a Ecuador en la FIFA y en Conmebol. Y hubo que obedecer. (O)

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