Para Emelec la Copa Libertadores, históricamente, es causa de numerosas frustraciones (101 derrotas, por ejemplo) y de aisladas satisfacciones. En la edición 2018 es colista del Grupo D, aún no gana, ha perdido dos veces en el Capwell y está virtualmente eliminado.
Los azules han vuelto a mostrarse débiles a nivel internacional y se encaminan a otro fracaso copero tras la estocada sufrida ante River Plate, que los venció 0-1 la noche del jueves. Desconectado de la realidad Alfredo Arias, técnico eléctrico, expuso la razón de la caída: “River nos convierte en un descuido. Nosotros tuvimos chances que no pudimos convertir”.
“Emelec peleará en Copa Libertadores como lo ha hecho año tras año”, dijo en diciembre pasado Nassib Neme, presidente millonario. Pero generalmente lo que anualmente ocurre con el club que ha dominado el fútbol de Ecuador en el reciente lustro (cuatro coronaciones) es lo que se confirma en este 2018: no es protagonista.
El duelo ante una modesta versión de River se resume en el solitario gol de Javier Pinola –ayudado por una mala salida de Esteban Dreer– y en tres claras opciones desperdiciadas por Marlon de Jesús. Al final, a dos metros de Arias, desde las gradas los hinchas le exigían explicaciones al DT. “¿Qué otro 9 tenemos en el banco?”, replicó el charrúa.
“Sabíamos que era un grupo muy difícil ”, se escudó Arias; no obstante, el armado para encarar el certamen se limitó a fichar elementos nacionales jóvenes, no completar el cupo de extranjeros y repatriar a Jefferson Montero fuera de ritmo (por su permanente suplencia en sus clubes anteriores); en dos meses acaba su préstamo y casi no ha jugado por lesiones.
Para entender por qué se le ‘atraganta’ la Copa a Emelec habría que establecer diferencias entre un club que juega muchas veces el torneo y otros que sí saben jugarlo. La teoría es de Claudio Mari, columnista de La Nación, de Buenos Aires: “Ganar la Libertadores o tener una buena participación no solo da prestigio y dinero, también concede otro tipo de reconocimientos, más intangibles, relacionados con el carácter, la personalidad, la fibra, el temperamento. Una serie de atributos que suelen sintetizarse con la etiqueta de equipo copero”.
Insuperable luce así lo hecho en 1995, cuando fue semifinalista. Emelec no lo ha repetido porque apenas llega a octavos, ahí queda (2012, 2013, 2017). Pasó una vez a cuartos (2015), pero no puede más porque como justifica Arias, “orgulloso de la entrega” de sus jugadores ante River, “los equipos ecuatorianos se enfrentan a rivales muy poderosos. Basta sacar números de los gastos que hicieron en sus plantillas”.
Me acostumbré a las críticas. Lo que pasa es que después la mayoría se ha tenido que meter las palabras donde no le da el sol.
Alfredo Arias, DT de Emelec
(D)