28/03/2024

Jorge Barraza: Ni Liga ni altura, Boca

Jueves 22 de Agosto del 2019

Jorge Barraza: Ni Liga ni altura, Boca

No vemos cómo Liga de Quito podría dar vuelta al resultado en La Bombonera. Lo que más sorprendió fue la falta de actitud, de concentración. Y sin pretender hacer periodismo de anticipación, el 3-0 coloca a Boca en semifinales.

No vemos cómo Liga de Quito podría dar vuelta al resultado en La Bombonera. Lo que más sorprendió fue la falta de actitud, de concentración. Y sin pretender hacer periodismo de anticipación, el 3-0 coloca a Boca en semifinales.

Buenos Aires -

“Liga juega con altura”, dice un eslogan marketinero. Futbolísticamente, no lo honró. No solo fue la peor derrota de su historia como local en Copa Libertadores, seguramente también una de sus actuaciones más pobres, de las que desencantan al hincha, sin juego, sin garra y sin inteligencia. A merced de un Boca que redondeó su mejor partido. Nunca se sabrá –queda en el misterio– cuánto contribuyó el equipo blanco al lucimiento xeneize, pero no fue poco. Y sin pretender hacer periodismo de anticipación, el 3-0 en Quito coloca a Boca en semifinales.

No vemos cómo Liga podría dar vuelta ese resultado en La Bombonera. Con lo cual, si River logra eliminar a Cerro Porteño, los primos volverán a verse las caras en esa instancia, con toda la expectativa que genera un Boca-River y con todo el morbo heredado de la final de Madrid.

Aquel 3-1 sobre Olimpia en octavos de final acrecentó las ilusiones del público liguero. Fue aquella una Liga picante, incisiva, con moral y fútbol. Un mes después no quedó nada de eso. O no se vio al menos. Lo que más sorprendió fue la falta de actitud, de concentración. Evidenciada apenas a los 11 minutos del inicio: Alexis Mac Allister metió un precioso pase filtrado a Wanchope Ábila, quien picó con absoluta libertad para eludir a Adrián Gabbarini y asestar el primer mazazo.

Había muchísimo campo libre; Carlos Rodríguez, desacomodado, intentó alguna defensa, en cambio, Luis Caicedo exhibió una increíble postura pasiva, ni se movió, solo miró como el delantero se internaba y encaraba a su arquero. Fue el primer indicio de la debacle posterior. A los 27 minutos, Marcone le trabó fuerte a Chicaiza, le robó la bola y esta le quedó servida a Wanchope, que volvió a quedar solo, aunque esta vez el remate se le fue por milímetros. Ahí, el que acompañó sin determinación de cortar fue Orejuela, que sí le recriminó a Chicaiza por no haber puesto la pierna fuerte. Ya se veía que a Liga se le movía la estantería. Para peor, se le fue lesionado el buen delantero que es Rodrigo Aguirre. Y cuando expiraba ese fatídico primer tiempo (45m+3) Orejuela quiso demostrarle a Chicaiza cómo se debía abordar el asunto, pero se le fue la pierna: planchazo tremendo a Reynoso con un adicional, se lo siguió pisando como quien aplasta un cigarro contra el piso y quiere apagarlo bien. Roja irresponsable, de las que derrumban el espíritu.

Si ya se vislumbraba difícil que pudiera remontar un cuadro tan desfavorable, antes de los 2 minutos de la segunda etapa llegó el golpe definitivo: exquisito lanzamiento de falta de Bebelo Reynoso bien pegado al palo izquierdo de Gabbarini, 2- 0 y partido liquidado. Liga también liquidada.

Hubo más. A manera de postre, Boca se sirvió el tercero: horripilante respuesta de Caicedo ante un pelotazo largo de Andrada desde el arco; dejó picar la pelota, esta lo sobró, Ábila le ganó la posición, tiró al arco, Gabbarini tapó a medias y Caicedo, que volvía corriendo, se llevó por delante el balón y marcó el gol en contra. Horrible, un gazapo futbolero. Ahí, más que derrota ya era una imagen caricaturesca de Liga, una Liga mansa, sin rebeldía, con desconcentraciones sorprendentes, que no presionó y permitió a Boca jugar cómodo todo el partido. No representó a su hinchada. Naturalmente, no solo hubo errores ligueros, hay mucho mérito boquense. Planteó el partido para aguantarlo en el medio, tocar para que corriera la bola más que los hombres. Y golpear cuando se pudiera. En ese marco, lucieron Iván Marcone, Ábila, Reynoso y Mac Allister, hijo del famoso Colorado de Argentinos Juniors y Boca, quien tiene tres descendientes en primera división: Kevin también milita en el club auriazul y Francis es el único que se quedó en Argentinos, de donde surgieron.

Se hablará de la acertada y científica preparación de Boca para acometer los 2.850 metros de altitud en que está situada la Casa Blanca, del planteo criterioso de Gustavo Alfaro y de las prestaciones individuales, todo lo cual es rigurosamente cierto; también lo es que Liga le facilitó todo. Se notó, con bastante crudeza, la enorme diferencia de presupuesto y plantel entre uno y otro. Boca genera enormes ingresos y la gran masa de dinero que entra se vuelca mayoritarimente en el fútbol.

“No sé si me pasa solo a mí, pero la Copa Libertadores, por alguna razón, no genera la expectativa de antes. Por ahí puede haber un buen juego, pero la gente se entera después. O cuando llegan las finales. En este caso había interés por tratarse de Liga y porque venía Boca, pero en general se ha perdido ese fervor de otros tiempos”, dice Ricardo Vasconcellos Figueroa. En buena medida es así, y es entendible. Los clubes brasileños y argentinos han monopolizado el torneo con su presencia y su protagonismo. No solo por su mayor número de plazas (7 Brasil, 6 Argentina, más uno cada uno por tener los campeones de la Copa Sudamericana y de Libertadores, respectivamente), también porque son quienes pelean habitualmente los títulos.

La diferencia escandalosa de poderío económico que se ha establecido entre Europa y Sudamérica tiene un correlato en el continente entre los clubes de Brasil y Argentina y el resto. Y eso determina las posibilidades de éxito. Ya sabemos que, a nivel de clubes, el dinero decide mucho. Consecuentemente, los hinchas de los demás países pierden atracción por la competencia. Ponemos un solo ejemplo: Palmeiras renovó en enero el contrato con Crefisa, una entidad crediticia brasileña que paga $ 21 millones anuales por poner su nombre en la camiseta del gigante del Parque Antártica. Una cifra inimaginable para la mayoría de los clubes de la región. Y se trata de un solo ingreso. Esto le permite al Verdão, además de reforzar su nómina, pagar una millonada a Luiz Felipe Scolari, su cotizadísimo entrenador. Desde luego, Palmeiras (como Flamengo, São Paulo, Corinthians, Gremio, Cruzeiro, etcétera) pueden componer planteles notablemente más poderosos que sus rivales en Copa. Algo similar ocurre con Boca y River, sobre todo Boca, cuyos ingresos son muy elevados.

No se trata de quitarles cupos a las dos potencias; eso sería igualar para abajo. Por ellas se consiguen fortunas en la comercialización de los derechos, de lo cual se benefician todos. Además, son los permanentes animadores. Los demás deben dar un paso al frente.

De nuevo, es altamente posible que la final la animen un brasileño y un argentino. Una buena explicación de por qué los demás se van aburriendo. (O)

 

No solo fue la peor derrota de Liga de su historia como local en Copa, también una de sus actuaciones más pobres, de las que desencantan al hincha, sin juego, sin garra y sin inteligencia.

 

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