Primero hay que zambullirse en un laberinto de calles esmirriadas, incrustadas de edificios vetustos, desde cuyas ventanas penden sábanas, camisas y calzones sin ningún rubor. Las vespas suben la cuesta a velocidad de combi, esquivando a turistas distraídos en los vaivenes del Google Maps. Levantado en el siglo XVI para acoger a soldados españoles, el barrio fue hogar de Roberto Saviano, el periodista que lleva 16 años huyendo de la mafia que puso al descubierto en “Gomorra”. Allí se venera a Totó, el comediante que encendió el orgullo napolitano e hizo reír a Pasolini y Umberto Eco. En sus paredes hay grafitis al lado de vírgenes, también luces y banderitas multicolores. En ese caos maravilloso e indescifrable, está el santuario de D10S.
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