La carrera deportiva de James Rodríguez ha sido muy atípica y lejos de lo que se esperaba luego de que deslumbrara con su zurda en la Copa del Mundo Brasil 2014, hace ya ocho largos años. Desde entonces, si bien tuvo buenos momentos en el Real Madrid y el Bayern Múnich, su actualidad en el Al Rayyan nos deja la sensación de que nunca pudo explotar su talento al máximo. Y el tiempo, claro está, no pasa en vano.
Con 31 años a cuestas y una vida alejada de los terrenos de juego, durante los últimos meses la vida del colombiano ha girado entorno a su inactividad en Qatar, sus comentarios en sus transmisiones en Twitch y un sin fin de especulaciones sobre su pésimo estado físico.
Aunque haya salido a desmentir todo lo que se dijo sobre su ausencia en los partidos del Al Rayyan, los hechos hablan por sí solos: este último lunes 5 de septiembre se cumplió seis meses de su último juego con los ‘Leones’. Medio año sin jugar, para un futbolista que llegó a territorio qatarí como ‘estrella’, sabe a poco.
Si hace ocho años, cuando James sometía al mundo entero a sus pies después de marcarle un tremendo golazo a Uruguay en el Maracaná por los octavos de final de Brasil 2014, alguien decía que ese jugador terminaría devaluándose hasta ser la última rueda del peor equipo de la Liga de Qatar, nadie lo creería.
Y es que la carretera del cucuteño pintaba para ser de aquellas que uno recordaría siempre como brillante, sobre todo después de llegar al Real Madrid por 75 millones de euros. Sin embargo, su incompatibilidad con Zinedine Zidane, sus lesiones y el poco margen que da un club como el blanco, terminaron por difuminar esos destellos que se quedaron en Brasil como un viejo recuerdo.
James, agente y jugador
El más reciente capítulo de James Rodríguez en el fútbol termina generando una sensación que va desde la nostalgia, la pena y la vergüenza. Sin chances de salir del Al Rayyan –con quienes parece haber roto relaciones desde hace un tiempo–, con escasas propuestas que puedan sacarlo de Qatar y un agente como Jorge Mendes que ya no puede hacer demasiado por él, el mediocampista se ofreció como mercancía barata en el último mercado de pases.
Suena crudo, sí. Pero sus declaraciones en entrevistas evidenciaban los manotazos de ahogado de un futbolista que quiere volver al Viejo Continente a como dé lugar. “Gracias a todos por sus palabras y su cariño. #ElValencianismoQuiereAJames”, tuiteó a pocas horas del cierre del mercado de fichajes, en relación a una oleada de mensajes que lo pedían de regreso en LaLiga Santander.
Como limpiándose de polvo y paja, el ‘10′ trató de acabar con cualquier especulación para no quedar tan retratado. “A día de hoy no sé si el Valencia está interesado en mí. Yo vi el cariño en redes sociales y por eso puse mi tweet, para agradecerles. No sé si están interesados en mí, quizás después de lo que puse”, dijo en una transmisión con Ibai Llanos.
Lo cierto es que, con intenciones o no, su posible estrategia para salir del Al Rayyan no le funcionó. Las principales ligas de Europa ya cerraron las transferencias y si quiere regresar tendría que hacerlo a una de menor nivel, como la turca, belga, rusa o griega.
Una carrera sin línea de meta
¿A dónde va la carrera de James Rodríguez? ¿Qué podemos esperar de un futbolista con un indiscutible talento, pero que desde hace un tiempo no tiene rumbo y parece perdido entre fajos de billetes, lujos y el calor del Medio Oriente?
Con 31 años, muchos de los que pertenecen a su categoría siguen ganando títulos y disfrutando de la alta competencia en el fútbol europeo. Mientras tanto él, físicamente demolido por la falta de continuidad, sin un técnico que lo haga sentir cómodo –lo que debe extrañar a Carlo Ancelotti– y prácticamente prisionero de un contrato millonario, los ve desde lejos.
Si hasta hace poco la Selección Colombia era una isla donde siempre lo esperaban para mimarlo en las buenas y en las malas, es muy probable que con Néstor Lorenzo las cosas cambien. Ya no tendrá cobijo en casa cuando las cosas estén mal afuera, y quizás ese sea el peor castigo para un futbolista de su talento: no ser nadie en ningún lugar y vivir de lo que un día pasó. Ser recuerdo y nada más.
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