28/03/2024

Ricardo Vasconcellos Rosado: Roberto Frydson, el duelo por la muerte de un amigo

Domingo 19 de Julio del 2020

Ricardo Vasconcellos Rosado: Roberto Frydson, el duelo por la muerte de un amigo

Frydson sirvió al deporte de Guayaquil y el país por seis decádas como exitoso entrenador de natación y directivo.

Frydson sirvió al deporte de Guayaquil y el país por seis decádas como exitoso entrenador de natación y directivo.

“Nuestro amigo-hermano Roberto Frydson acaba de morir”. Fue el mensaje que me envió Humberto Montalván, con quien compartimos, los tres, aquella hermandad nacida en la vieja piscina Olímpica y en el orgullo de ser vicentinos. Entre la niebla del dolor y la ausencia definitiva surgió como una sombra vital esa larga historia que transitamos juntos desde 1959 en el mundo de la natación y que jamás tuvo la turbiedad que, a veces, una imaginación obnubilada, hace que se rompa el lazo afectivo y se sepulte el noble sentimiento de amistad cultivada por años y soldada por la nobleza y la lealtad.

Tener que dar un adiós a un amigo es algo para lo que nadie nos prepara. Harold Iván Smith nos dice, en su libro Duelo por la muerte de un amigo, que cuando ello ocurre, dentro del alma se siente como si perdiéramos la mitad de uno mismo y quedáramos en orfandad. “Es un momento en el que avanzamos a tientas sabiendo que no va a haber más llamadas, más cenas, más escapadas, más cafés después del trabajo, libros que compartir, películas que comentar y problemas que desahogar entre risas y lágrimas.

Campeones sudamericanos de 1978: Alfredo Mackliff (i), Roberto Frydson, Pedro Cabrales, Guillermo Morales, Jorge Delgado y Luis Bajaña.

Perder una amistad en forma traumática supone para muchas personas tener que decir adiós a lo único auténtico, sincero y gratificante de sus vidas”. Aconseja el autor del libro que “lejos de quedarnos quietos, paralizados por el impacto de esa herida, es imprescindible ser capaces de llorar, desahogar, recordar, volver a los lugares donde reímos y fuimos felices, reanudar hábitos e integrar todos esos buenos recuerdos mientras nos permitimos abrirnos de nuevo al mundo”.

Y en medio de ese dolor profundo causado por la desaparición física de Roberto me he hecho un propósito: apenas esté en mi ciudad iré a la piscina Olímpica, que ya no es la misma que nos recibió hace más de 60 años, pero que guarda en su interior todo lo vivido en la natación, y empezaré a reconstruir esos buenos recuerdos. El inmenso trabajo de cuando compartimos con Andrés Vasconcellos, mi hermano difunto, la mesa de control del Grancolombiano de 1961. Fue la primera vez que trabajamos juntos. Un año después hicimos la misma labor en el I Campeonato del Pacífico Sur. En 1964 nos acompañaste a crear el torneo de Novatos de Natación de EL UNIVERSO que nos hacía trabajar hasta la extenuación en el examen de tarjetas de tiempos y las planillas de lugares en más de 100 pruebas cada noche. Igual en el Sudamericano de 1964 y los Bolivarianos de 1965. Sin tu ayuda inteligente, Andrés y yo habríamos fracasado en ese torbellino en épocas que no había medios electrónicos y todo lo hacíamos a mano. ¿Cómo olvidar, querido Roberto, las memorables tardes en la canchita que Eduardo Carbo levantó en el sitio donde llegaban los circos y luego se construyó la actual piscina Vallarino? ¡Qué duelos entre el equipo de la piscina que formaban tú como ponedor, atrás el volador Ernesto Ronquillo y el gigante rematador César Barrezueta, con los del barrio de La Concordia, los atletas de la pista y los árbitros de fútbol?

Estuviste junto a nosotros en esos tiempos nobles de dirigentes sin sueldo que formábamos el Comité de Natación. Hay que mencionar sus nombres porque de allí nació la Segunda Época de Oro de la Natación: Andrés Vasconcellos, Alberto Vallarino, Gastón Thoret, Ricardo Murrieta, Eduardo Carbo, Lucho Rivadeneira y Jorge Aveiga Paz. Desde que te dedicaste a tu carrera de entrenador en 1962, cuando te llevamos a LDU con Alberto Bayas, hasta tu retiro en el 2016 cumpliste una de las tareas más brillantes de que tengamos noticia. La historia recogerá tu nombre junto a los artífices de los momentos de esplendor que vivimos entre 1961 y 1978: Gastón Thoret, Guillermo Morales, Pepe Ferretti, Bimba Vallazza, Ernesto Ronquillo, Adolfo Coronado, Goering Pazmiño y tú. El título sudamericano de 1978 pertenece a ustedes que abrieron el surco, echaron la semilla y cosecharon los lauros, por más que quince días antes hayan traído a un entrenador gringo.

¡Cuánto nos reímos en esos 61 años que quedan atrás, contando las anécdotas piscineras que vivimos en nuestra ciudad y otras del país; en Lima, Cali, Arica, Medellín, Maracaibo, Punta del Este! Y lo que compartimos con nuestro personaje inolvidable, Luciano Thoret, en tantos años de desopilantes aventuras.

Recuerdo hoy que prometimos hacer un libro de vivencias en la natación que en la tierra ha quedado trunco por tu inesperada partida. Averigua, hermano Roberto, si hay alguna imprenta celestial y pregúntale a Dios si está dispuesto a patrocinar el libro. "Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo", decía Platón. A despecho de tu adiós a tus amigos y a tu familia, tu nombre salta las barreras del infinito para renacer inmortal en todas las piletas del país y de Sudamérica, sano y salvo, en homenaje de recuerdos y, ojalá algún día, de gratitud, ese sentimiento tan raro en nuestros organismos deportivos.

Serviste al deporte de Guayaquil y del país por seis décadas y entrenaste a miles de chicos en LDU, LDE, Caupolicán, Guayaquil Tenis Club, Emelec, Athletic, Bancentral y no sé cuántos más. Entregaste legiones de estrellas. Fuiste dirigente en Fedeguayas, que nunca te agradeció por tus desvelos al borde de la pileta y en las mesas de sesiones. Nos ayudaste a fundar el Colegio de Jueces de Natación en 1964 junto a Andrés, Theódulo Vargas, Roberto Arce, Virgilio Cuesta, Alfredo Minervini, Abelito Gilbert y tantos amigos más.

Contigo creamos en 1968 Las 24 Horas de la Natación y fuiste firme colaborador en la fundación de la Asociación de Nadadores Masters con Homero Suárez, Samuel Rodríguez y Manuel Corcho Suárez, entidad que presidiste hasta hace poco. En la dimensión celeste en la que moras hoy, te habrás encontrado ya con Gastón, el Viejo Morales, mi compadre Agustín Fuentes, Jorge Jiménez, Oswaldo Méndez, Raúl Thoret, Esteban Sachs, Andrés Vasconcellos. Dales un abrazo emocionado mientras yo busco un pañuelo para enjugar unas lágrimas de tristeza. (O)

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