Cruz Azul vive en un estado de malestar que se centra en detalles puntuales. Puede que le cueste mantener el dominio del esférico todo el duelo, pero lo logra por lapsos, es vertical, pero de poco le sirve porque no sabe cómo meterles veneno a sus últimos pasos.
Este sábado, tras un primer tiempo de bostezo, tomó la pelota los últimos 45 minutos, pero no encontró la vía y sumó su quinto empate al hilo (entre Liga y Copa). Pactó un 0-0 con Toluca.
Y el tema de los Diablos es algo similar. En este duelo tuvo escasos chispazos, pero nunca entró en sintonía. No apareció Rubens Sambueza en la parte creativa, ni Gabriel Hache con ese toque y buena definición que mostró a su llegada a México.
De Cruz Azul hay que destacar a Édgar Méndez, quien pelea cada balón y siempre busca ser desequilibrante. Fue la parte valiosa del ataque cementero, aunque a los de azul no les alcanzó con su talento.
La primera jugada de peligro llegó hasta el minuto 16, tras un centro desde la banda izquierda que remató con la cabeza Felipe Mora, pero el arquero Luis García detuvo sin dificultades el esférico.
Luego, Toluca respondió con un remate de Martín Abundíz que no llegó al lugar deseado, pero que despertó a Jesús Corona, quien no había tenido trabajo hasta esos instantes.
El duelo era un ir y venir constante de la pelota en media cancha. Ambas escuadras estaban bien paradas en el fondo y de ahí, que no permitiera al contrario llegar a su área.
Fue La Máquina la que rompió el tedio con otro remate con la cabeza de Mora, pero García de nueva cuenta le impidió celebrar un gol.
El segundo tiempo se jugó con mayor ritmo y peligro. Los cementeros tuvieron mayores opciones, pero les faltó veneno en el último disparo. Como el remate de Francisco Silva en el que intervino sin dificultades García para mantener su portería sin goles.
Al final, ni la entrada de Christian Giménez, a quien tanto pidieron los aficionados, ni el buen futbol de Édgar Méndez lograron que se moviera el marcador.