MÉXICO -- La que parecía podía ser una noche en la que Nicolás Castillo brillara con sus anotaciones, terminó por ser un partido lleno de frustración para el chileno, quien en varias veces sacó su desesperación con gritos hacia sus compañeros.
Desde un inicio todo fue en contra para los Pumas y el delantero, pues apenas a los dos minutos de juego ya estaban abajo en el marcador. Ese gol lo tomó con tranquilidad, agarró el balón y lo puso en el centro del terreno de juego.
Marcaron el primer penal a favor del América y el chileno se refugió en una charla con Paul Aguilar, pero en el momento en el que el esférico tocó las redes, explotó, comenzó a repartir gritos hacia sus compañeros mientras manoteba.
Cuando los ataques auriazules no avanzaban, de inmediato alzaba la voz y señalaba los movimientos que quería que hicieran Jesús Gallardo por la banda izquierda y Pablo Barrera por la derecha.
A lo lejos veía cómo la zona baja de Pumas sufría para poder quitarle el balón al América. Cada que uno de los suyos se equivocaba se cubría el rostro con las manos y luego se secaba el sudor con la playera.
La frustración de Castillo lo llevó a meterse con el trabajo de los árbitros, pues en varias ocasiones recriminaba las decisiones que no eran favorables para los locales.
La desesperación del chileno hizo que se intentara jugar por las bandas, lejos del área rival, donde es más peligroso. En varias ocasiones el atacante partió de alguno de los costados para intentar hacer daño, pero no logró.
Al finalizar el partido, Nico se puso de cunclillas, con las manos en la cara. Se paró hasta que jugadores del América se acercaron a consolarlo, permaneció con la playera en el rostro cerca de los azulcremas para luego caminar hacia sus compañeros, a quienes les aplaudió y les pidió que levantaran la cara para hacer la goya para despedirse de su afición, mismo que él inició.