PACHUCA -- Pachuca trabaja el desarrollo de sus fuerzas básicas con una metodología que requiere innovación, ideas, planeación. El espacio donde conviven las cuatro direcciones encargadas de formar a los futbolistas que llegan desde los 9 años al club, es un espacio creativo, lleno de ideas, muros que se convierten en pizarras gigantes donde, lo mismo puede estar escrito una frase motivacional: “si buscamos de la misma manera y en los mismos lugares que todos, vamos a encontrar lo mismo que todos”; que una escala sobre la progresión de los prospectos a jugadores profesionales.
“La oficina está hecha para pensar, para discutir, todo es pizarrón, no ves una foto de jugadores, una medalla o un trofeo, aquí se viene a ver que se va hacer después”, dice Marcó Garcés, director deportivo del equipo, sobre el espacio donde conviven las cuatro ramas que conforman el modelo formativo de los Tuzos.
Un estudio de la Universidad de Michigan encontró que las llamadas zonas de coincidencia crean vínculos más fuertes, estrechos y mayor colaboración entre los empleados. En Pachuca, conciben su modelo de formación -el más exitoso del futbol mexicano con 120 debutantes en Primera División en los últimos 10 años, 48.8 millones de dólares en venta de jugadores canteranos y más de 30 seleccionados nacionales en las distintas categorías-, como una construcción de contextos, ambientes que propician la mejor selección de talentos, el desarrollo de todas sus capacidades físicas y técnicas, formación integral a través de la educación y una genuina aspiración para los jugadores de convertirse en la próxima gran venta del club.
“Hay mucha gente que ha contribuido al modelo, gente que ha pasado por aquí y nos ha dejado sus enseñanzas. Somos más de 100 colaboradores que están trabajando permanentemente con los niños”, añade el directivo a ESPN Digital.
Cada año los 16 visores de la institución observan entre 80,000 y 100,000 niños de todos los estados de la República. Rembert Vrombrat, director de scouting, expresa con orgullo: “este año trajimos al club a por lo menos un jugador de cada estado del país”.
El robusto sistema de detección de jugadores es la base de la pirámide del proyecto de formación. De esos niños que identifican los visores y donde la experiencia, el buen ojo del scout, y la afinidad son claves para encontrar a un potencial futbolista profesional, pasarán al menos nueve años para llevar al chico al futbol de máxima competencia.
En ese proceso de formación intervienen áreas que complementan y fomentan “contextos para producir conductas, lo tengo apuntado en mi oficina. Nosotros queremos generar ecosistemas o que produzcan las conductas que necesitamos, sin necesidad de estar diciéndolo a los jugadores, simplemente generar los espacios para que esto suceda”, detalla Marco.
Influencia holandesa y la competencia por el talento
El director deportivo tiene experiencia como futbolista, pero también es titulado de la de la John Moores University en Ciencias y Futbol. Rembert es holandés; Alfredo Altieri, director de fuerzas básicas, argentino e intervino en la formación de jugadores como Carlos Tevez y Rodrigo Palacios; y Juan José Díaz es entrenador español encargado de las ciencias aplicadas al futbol en Pachuca.
Son los encargados de formar a los jugadores, con un método multidisciplinario y multinacional.
“Copiamos el acrónimo del Ajax: TIPS, Técnica, Inteligencia, Velocidad, Personalidad, para de ese modo creemos que esas cualidades son difíciles de desarrollar y nosotros las buscamos crear” señala Marco Garcés.
-¿Qué cualidad identifican en los jugadores que llegaron como niños al club y lograron debutar?
Es muy curioso, porque al final lo que más determina es la mentalidad. ¿Quieres encontrar un patrón común entre Pizarro, Guti, Chucky, Herrera, veras que todos tienen características físicas distintas, técnicas distintas, talentos distintos, pero algo que todos tienen en común es la mentalidad fuerte, de querer más.
En el proceso de 10 años, el proyecto de Pachuca he tenido ajustes en su implementación. Por ejemplo: hace unos años se determinó que los jugadores más talentosos, con capacidades físicas y futbolísticas innatas para el futbol eran los que más participación tenían en los equipo juveniles.
“Puede ser algo revolucionario, pero hemos empezado a tratar el talento como un obstáculo, porque han sido muy pocos los jugadores talentosos desde chiquitos que podemos llevar hasta arriba, porque frecuentemente se pierden en la complacencia, en todo eso que la gente les dice”, indica Marco Garcés.
Un caso que se puede revisar es el de Julio Gómez, campeón sub-17 con México en 2011 y balón de oro del torneo. Nunca se pudo consolidar en Primera División y su último equipo fue Loros de Colima cuando el club participaba en Liga Premier (Segunda División), pero para el Apertura 2019, ya en Liga de Ascenso, no fue registrado.
Hirving Lozano sufrió de la inactividad durante alguna parte de su etapa de formación. El jugador manifestó su deseo de salir del club para tener más minutos de juego. Al final, la paciencia y las charlas con él pudieron convencerlo de permanecer en el equipo.
“Los que acaban llegando no son los mejores, sino son los que lo quieren más, y se sobreponen a todas las adversidades, a nuestros mismo errores, a nuestros puntos flacos”, expresó Marco.