16/04/2024

América, ese apóstol del masoquismo

Viernes 06 de Diciembre del 2019

América, ese apóstol del masoquismo

Mal herido, pero no muerto. Otra vez, a implorar milagros. Morelia amalgama la guadaña en el horno de un marcador sin palabra de honor: 2-0. Se vienen 90 páginas en blanco en la trinchera americanista.

Mal herido, pero no muerto. Otra vez, a implorar milagros. Morelia amalgama la guadaña en el horno de un marcador sin palabra de honor: 2-0. Se vienen 90 páginas en blanco en la trinchera americanista.

LOS ÁNGELES -- Mal herido, pero no muerto. Otra vez, a implorar milagros. América ha hecho del drama y el martirio una adicción. Todo un apóstol del masoquismo. El #ÓdiameMás empieza en casa.

Morelia amalgama la guadaña en el horno de un marcador sin palabra de honor: 2-0. Se vienen 90 páginas en blanco en la trinchera americanista.

América ensayó de nuevo sus torpezas defensivas, como en la Ida ante Tigres. Desconcentración, lentitud y parsimonia en la marca. Y Morelia se metió hasta la alcoba de Guillermo Ochoa.

Al minuto 16, Aristeguieta recibe entre las piernas de Emanuel Aguilera el pase de Mendoza y remata el 1-0, como reflejo de una ofensiva frontal de Monarcas, que desquició el dique americanista.

Jugando con diez, por la abulia y las distracciones de Giovani dos Santos, América llegaba poco y ese poco lo desperdiciaba o emergía el arquero Sebastián Sosa para atajar los disparos.

Morelia administraba como usurero los espacios en la cancha. Era una sesión de tango. Parejas disparejas, con dominio michoacano, ahogando y desesperando a las Águilas.

En esa frustración por empujar y fracasar, Jorge Sánchez perpetra una segunda falta, que a los 35 minutos le castiga con una tarjeta roja, y Miguel Herrera, de cartas flojas en trabajos defensivos, mete al comodín Carlos Vargas.

Las Águilas se comportaron a la altura. Aunque no recularon porque ya Morelia había elegido vivir reculando, y ampararse en el contragolpe. Pero, sin consistencia, y con Giovani tarareando canciones de Belinda, el 1-0 se mantuvo en el primer tiempo.

Para la segunda mitad, América se compromete a asumir el protagonismo, mientras la tropa de Guede se acomodaba paciente, pero vigoroso a una ilusión de un latigazo. Y llegaría.

Tiro de esquina, peloteo en el área de Morelia, balón hacia atrás, hacia Gio, quien titubea, o se duerme, o no le da el organismo para reaccionar, y Millar le hurta la pelota, que de Edison Flores encuentra por derecha a Mendoza, quien ensaya un sombrerito que termina en un accidentado regalo al remate de Aldo Rocha: 2-0 al 51’.

El Nido anidaría una esperanza. Expulsión a Sebastián Vegas por castigar a Federico Viñas al minuto 80. Pero Morelia se acomoda mejor con la comodidad de estar en casa. Anestesia aún más el encuentro con rompimientos, y eso sorprende al América, que además queda frágil en el control defensivo, por los cambios hechos.

Pero ni América alcanzó el filón de oro de la fe con un gol de visitante, ni tampoco Morelia pudo ponerle silueta de epitafio con ese 3-0 que le habría permitido más tranquilidad en el Estadio Azteca.

Pero América está ahí. Dos goles que son como dos metros bajo tierra. Pero lo mismo se creía ante Tigres, y en el mismo Universitario, le dio la vuelta de manera absoluta.

Cierto, Morelia no es Tigres. Pero el América nunca es el mismo América. Cada equipo será diferente de su versión de este jueves por la noche.

Y, a veces, para notarizar el certificado de defunción del América, hay que regresar un día después de su sepelio para asegurarse de que no se salió de su catacumba. Eso del #ÓdiameMás tiene algo que apesta, a veces, a inmortalidad.

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