LOS ÁNGELES -- Rafa Puente llega en el mejor momento al Atlas, que vive sus peores momentos.
El destino de Leandro Cufré estaba vaticinado desde la llegada del Grupo Orlegi a las oficinas rojinegras. Alejandro Irarragorri no le tenía fe ni esperanza y sólo le tuvo caridad por unas semanas.
La ecuación estaba rota. Robert Dante Siboldi y Cufré separados, han decepcionado. Juntos se complementaban. Separados, son naufragio en playas separadas.
Pero el tema es el desafío para Rafa Puente. No tiene un plantel poderoso, ni siquiera comparable al que recibió en Querétaro. Pero la mesa que recibe no está coja.
Habrá que observarlo. En Querétaro pasó de la audacia a la prudencia. Obseso del futbol agresivo, ofensivo, espectacular, por un momento entendió que la prioridad en el futbol ha cambiado y sumar puntos es la forma de sobrevivir.
Pero, Atlas, su historia, su mística, como aquella vistosa Academia, sigue esperando a alguien que se atreva a restituirle su ADN, que en los últimos años sólo consiguió en dos etapas, con Marcelo Bielsa y en la primera fase de Ricardo LaVolpe.
Recibe un plantel armado más por la directiva que por el mismo Cufré, y recibe un plantel desarmado más por la directiva como el mismo Cufré, quien se oponía, por ejemplo, a la salida de Oswaldito Martínez.
Pero a este grupo le puede exprimir ese combustible que le agrada para sus equipos: dinamismo y velocidad. Además, cuenta con técnico individual para potenciar los dos factores anteriores.
Cufré reprobó el examen ante Puebla. Ahí dejó en claro que tomaba decisiones equivocadas en condiciones favorables, especialmente al quedar el rival con un jugador menos en el Estadio Jalisco.
Más allá de la habilidad motivacional de Rafa Puente, ha ratificado su perfil de estudioso, y las frecuentes incursiones a entrenamientos de clubes europeos y sudamericanos, debe haberlo ido enriqueciendo.
Con un cuerpo técnico de confianza, desde hace una semana que fue notificado por el Atlas, empezaron juntos a hacer una disección de los futbolistas y sus perfiles venturosos para rearmar al equipo.
Cuando llega a la Copa Mx ante Toluca, Cufré estaba sentenciado, y sólo se esperaba poder finiquitarlo, al sumarse a la actitud timorata ante un Tigres de lamentable nivel, al que no se atrevió a faltarle al respeto.
Eso ha dado tiempo a Rafa Puente y su séquito para dilucidar el plantel de que dispone. Claro, cobra mayor relevancia el pacto hecho en ese terreno intermedio entre lo que obsesiona a la directiva, lo que pretende él, y lo que espera –al final de la fórmula--, La Aflicción Rojinegra, esa marea que resignada y abnegada promulga “le voy al Atlas hasta cuando gana”.
La ventaja para Rafa Puente es la continuidad. Complica la ruta el hecho de que el torneo le entrega números rojos, y debe asumirlos, aunque respira tranquilo porque no hay amenaza de descenso.
Además, a pesar de los encontronazos que eventualmente tiene con sus entrenadores, queda claro que Irarragorri respetará su proceso para concluir el Apertura 2020 y hacer una apuesta para el siguiente torneo.
Y más allá de que podrá encontrar afinidad entre su delicatesen futbolero y las ansiedades de la casi extinta Academia del Atlas, Rafa Puente se ha distinguido por tomar posesión inmediata y eficiente del vestuario.
Con sus antecedentes de actor y locución, más la firmeza de conceptos futbolísticos, es factible que en un par de semanas Rafa Puente genere un cambio dramático en la actitud de los futbolistas y en la forma de jugar.
Al final, el futbol no es un tratado de trigonometría como muchos quieren hacer parecer el trabajo táctico de los entrenadores.