El exguardameta Mateo Bravo tuvo un par de fórmulas para conseguir dos títulos de Liga en el futbol mexicano con los Tigres de la UANL, los primeros en la historia del club, y fueron un amuleto y "romper la ma...".
Mateo Bravo llegó a los Tigres en 1975 en busca de abrirse camino y bajo el mando del ahora fallecido estratega uruguayo Carlos Miloc, tuvieron un desempeño que les permitió colocarse en la final de la temporada 1977-1978.
En la última instancia, los de la UANL enfrentaron a los Pumas de la UNAM y en todo momento el excancerbero tenía el amuleto que siempre portaba, porque se lo había regalado su madre Angelina Carrillo.
"Yo usaba un amuleto que me regaló mi madre, una bolsita roja y siempre me la ponía adentro de la media y nunca se me perdió, la verdad no sé si sería el amuleto, pero hacía unas desviadas que se me quedaban viendo de cómo le hiciste y yo relacionaba mi accionar con la bolsita que me había dado mi madre", explicó.
"En la final de 1977-1978, esa bolsita la pongo en un poste del estadio Olímpico Universitario en la Ciudad de México, termina el primer tiempo, grandes atajadas, hice buenas atajadas y salidas, la verdad, luego en el segundo tiempo la puse en la otra portería del lado derecho, como una protección divina, hago más atajadas y desviadas, quedamos campeones, le ganamos a Pumas", recordó en entrevista con ESPN Digital.
Bravo indicó que al silbatazo final corrió para festejar al lado de sus compañeros, por lo que olvidó el obsequio de su madre y al reaccionar, regresó para recogerlo, pero para su sorpresa había desaparecido.
"Al ganar, yo ando corriendo con Batocletti y los demás en el campo, me acuerdo de mi amuleto y ahí voy corre y corre, ya no estaba, dije pues cómo, no se pudo haber desaparecido así y un periodista me dijo que un colega suyo sacó el amuleto de ahí y se lo llevó. Total anduve investigando, lo encontré, le dije regrésame mi amuleto y me dijo, ya no lo tengo porque queríamos saber qué tenía", contó.
"Lo cortaron, lo rompieron con una tijera y le quitaron todo lo que estaba adentro, había un imán, un cuarzo chiquito, una moneda de oro chiquita, un rosario, todo eso lo juntó mi madre, lo metió a la bolsita y la bordó para que me fuera bien, desde que mi madre me dio la bendición, me lo dio, pero no sabía lo que había adentro, la guardaba y la usaba, me dijeron lo abrimos y tenía todo esto, todo lo tiraron", aseveró.
El paso de Mateo Bravo dentro del futbol mexicano continuó y para la temporada 1981-1982 una vez más los Tigres de la UANL tuvieron un buen desempeño que los colocó de nueva cuenta en la final.
Ahora, tenían que enfrentar a los Potros de Hierro del Atlante y llegaron al partido de vuelta, disputado en el estadio Azteca, con el objetivo claro de llevarse el título, pero hubo un mensaje peculiar del técnico Carlos Miloc que los motivó aún más.
"Carlos Miloc dio la instrucción en la final contra Atlante. Nos dijo acuéstense (en el vestidor), en el pizarrón dio instrucciones, lo movió casi a la salida y dijo ya pueden pararse, vamos a pelear el campeonato, el Atlante es un gran equipo, pero les voy a pedir un favor, antes de salir a la cancha vean el pizarrón", recordó.
"Puso ´rómpanles la ma...´, a todos nos cayó bien el mensaje, porque no todos los entrenadores son así, tuvimos la época romántica de aquellos Tigres en los que estuve 12 años, incomparable, los 38 mil aficionados que fueron esa vez al Azteca se veían más que los 70 mil del Azteca del Atlante, a como jugamos y nos batimos en el campo, nos ganamos un reconocimiento que sigue hasta la fecha", añadió.
De esa manera, Mateo Bravo tuvo dos formulas para coronarse con los Tigres bajo el mano de Miloc, con quien el equipo logró los dos primeros campeonatos de su historia.