29/03/2024

Míchel adopta una vieja costumbre para educar a los jugadores de Pumas

Martes 05 de Mayo del 2020

Míchel adopta una vieja costumbre para educar a los jugadores de Pumas

Míchel inauguró una escuela primaria nocturna para adultos en desventaja educativa. Adapta, así, la herencia de Cesarini, Marik, continuada por Bora y Mejía Barón, de educar al futbolista desde la niñez.

Míchel inauguró una escuela primaria nocturna para adultos en desventaja educativa. Adapta, así, la herencia de Cesarini, Marik, continuada por Bora y Mejía Barón, de educar al futbolista desde la niñez.

LOS ÁNGELES -- Míchel González descubrió uno de los submundos del futbol mexicano. Uno, tal vez, inesperado totalmente. Lo describió muy bien Ricardo LaVolpe, quien en uno de sus momentos de lucidez lo definió puntualmente: “El futbolista mexicano es un analfabeto funcional”.

Pero Míchel no se cruzó de brazos. No encogió los hombros. No puso los ojos en blanco. No movió la cabeza y buscó la puerta de salida. Míchel se ha puesto a trabajar. Inauguró, pues, una escuela primaria nocturna para adultos en desventaja educativa.

Relata Míchel que en esta encerrona por la pandemia los jugadores se han sumergido en detalles formativos. Ahora, analizan sistemas de juego de los mejores equipos de Europa, el funcionamiento por líneas, e incluso los mismos futbolistas aportan inquietudes y sugerencias.

En Pumas, hace ya muchos años, herencia de Renato Cesarini, Jorge Marik, continuada por Bora Milutinovic y Miguel Mejía Barón, había una forma fascinantemente práctica de educar al futbolista desde la niñez.

Antes de narrarle ese método muy exitoso en Pumas, le doy dos ejemplos de deserción escolar, que le podrán pintar de cuerpo entero la propensión al analfabetismo en la mayoría de los futbolistas mexicanos.

1.- EN EL LIMBO CHIVA... Chivas se reportaba el lunes después de una derrota. Los jugadores del Guadalajara le pidieron a su entrenador que por favor tramitara una nueva línea de pantaloncillos que “se ajustan a nuestra figura” y hacían resaltar sus potentes piernas.

Pero el técnico era Carlos Miloc. El uruguayo perdió la dulzura de su carácter. Quienes vieron al charrúa enojado se pueden imaginar a Hulk con su inseparable guayabera azul cielo.

Miloc los encaró. El interrogatorio fue tan simplón como brutal. “¿Contra quién jugamos el próximo partido y quién será su rival directo en cancha?”. La mayoría falló. Desconocían al adversario y a su contrincante directo en la cancha.

Ese mediodía, de manera inusual, Miloc alargó la jornada de entrenamiento. Él supervisó hasta a los porteros. Aunque al final los jugadores terminaron exhaustos, como nunca, tengo muy presente la imagen del entonces arquero, Jorge García Rulfo.

Detrás de la portería, el guardameta vomitaba por el esfuerzo a que había sido sometido ya en varias rondas. La voz de Miloc era un trueno que imponía por toda la cancha Anacleto Tolán Macías, para asegurarse que los reporteros, los aficionados, y al otro extremo le escucharan claramente.

“¿Y ustedes creen que esto es trabajar? ¡Debían a ver a quienes trabajan ocho horas en las minas de sal y por una miseria de sueldo! ¡Se avergonzarían!”, explotaba el entrenador uruguayo.

Después de esa experiencia, los jugadores de Chivas memorizaron el calendario completo de juegos del torneo, la tabla de posiciones y los nombres de los estadios.

¿Y as alineaciones de los rivales? Por supuesto, incluidos los nombres hasta de los suplentes de los suplentes.

2.- “ESTÁ DE GÜEVA...” Y ejemplos así hay hasta en selección mexicana. Manolo Lapuente terminó el entrenamiento del Tri y dejó al grupo de jugadores en un salón del hotel donde estaban concentrados, para que vieran un condensado de su próximo rival y después charlar sobre ello.

Manuel Lapuente y su cuerpo técnico abandonaron la sala, para estar pendientes de logística, y confiaron en la disciplina y responsabilidad de los jugadores. Digo, era la selección mexicana.

Pasados los minutos, él, sí, el de siempre, volteó a ver a sus compañeros, se puso de pie y les dijo: “Esto está de güeva. Al cabo ni van a ser los mismos (jugadores) y ni van a jugar así. Vámonos, el profe (Lapuente) ya no regresa”.

Tras hacer su arenga al desacato, Cuauhtémoc Blanco se enfiló a la salida, seguido de algunos jugadores, volteó a ver a utileros y les dijo: “Ustedes, calladitos, cabrones”. Y detrás de ellos, al poco tiempo se fueron otros indecisos.

Manuel Lapuente se enteró obviamente. Y hubo repercusiones, aunque no de la dimensión de las que llevó a cabo Carlos Miloc.

EL MÉTODO PUMA... Tras ejemplificar con estas dos anécdotas de entre otras muchas más, vamos al método de Pumas, muy similar a algo que después, en el Atlas, implantaría Marcelo Bielsa, un admirador también de la vieja escuela de Cesarini.

Cada partido, los jugadores de fuerzas básicas eran llevados al estadio de Ciudad Universitaria. Todo ellos tenían una misión y eran supervisados, para que no se distrajeran, mientras se realizaba el encuentro.

Cada niño o adolescente debía seguir al jugador que estaba en la cancha y que correspondía a su posición en el equipo. Y debía hacer anotaciones.

Los centros delanteros seguían a Cabinho o Hugo Sánchez, o los laterales seguían a quienes jugaban esa posición, como Genaro Bernúdez o Vázquez Ayala. Y los extremos por derecha veían las evoluciones de Leonardo Cuéllar o Juan José Muñante.

Cierto, imposible comparar a los escolapios pumas con esos monstruos, pero la idea era seguir sus movimientos, sus desplazamientos, la forma en que eran parte de un esquema de juego y de trabajo.

Después de esas sesiones, debían entregar sus anotaciones y hablaban sobre ello con sus entrenadores.

Claro, desde niño, el jugador de Pumas recibía una motivación, un ejemplo a seguir en la cancha, se identificaba más con el club, y sobre todo, tenía un aprendizaje claro de cómo leer los partidos desde sus posiciones.

Afortunadamente, parece, Míchel aprovecha esta tregua, esta pausa, para educar a adultos que no tuvieron el privilegio de ese proceso.

Y seguramente tiene el apoyo de un conocedor profundo de Pumas, de la docencia con niños y jóvenes, y un técnico absolutamente triunfador, como Chucho Ramírez, para desarrollar métodos, porque comprenden la importancia de rescatar una fórmula que fue exitosa, arrojando jugadores exitosos en la UNAM.

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La razón por la que Jesús Ramírez hizo 'click' con Míchel González

El director deportivo de los Pumas de la UNAM habló de lo "grato" que es conocer a un entrenador como el español.

“El A, B, C del futbol es el más fácil de aprender, pero es también el más fácil de olvidar cuando el futbolista se vuelve profesional y le cambian el librito”, reflexionaba Johan Cruyff.

Hoy, en Pumas retoman el A, B, C. Para que lo entiendan mejor, lo descifren mejor, lo jueguen mejor, y lo disfruten mejor.

Ver noticia en ESPN: Fútbol Mexicano

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