25/04/2024

La noche que cambió la vida de dos futbolistas del Necaxa

Jueves 08 de Octubre del 2020

La noche que cambió la vida de dos futbolistas del Necaxa

La noche que cambió la vida de dos futbolistas del Necaxa

La noche que cambió la vida de dos futbolistas del Necaxa

CIUDAD DE MÉXICO -- Caminar por la ExpoPlaza de Aguascalientes es dar un respiro en el corazón de esta ciudad del Bajío mexicano.

Hoy son las 8 de la mañana y la constante vida nocturna apenas se fue a dormir. Afuera de los múltiples bares y centros nocturnos todavía hay empleados que barren la fiesta. Al fondo de una amplia explanada está la iglesia de San Marcos; muy cerca de ahí, la plaza de toros. Ambos resumen una parte de la idiosincrasia del lugar. Aquí, cada año, a lo largo de cuatro semanas que colindan entre abril y mayo, se lleva a cabo la Feria de San Marcos, una de las más populares de México. Una canción lo dice con tonada ranchera: “A la Feria de San Marcos de merito Aguascalientes, van llegando los valientes con su gallo copetón”.

Peleas de gallos, corridas de toros, casinos y mucha adrenalina en una ciudad que históricamente ha hablado poco de futbol. Cuando su corazón latió por el balón estaba con los Gallos, un equipo que nació en 1994 y nunca pudo dejar la Segunda División.

Fue hasta 2003 que la historia de esa ciudad y el balón cambió, con la llegada del Necaxa, un equipo que entonces era propiedad de grupo Televisa y tenía 80 años de tradición. Nada fue fácil. Un viejo llegaba a una casa ajena en la que no lo querían. Para entender el desamor, primero se debe conocer su historia.

Antes de que empezara el futbol profesional, en agosto de 1923, fue fundado el equipo de los electricistas. Y muy pronto se contaban relatos maravillosos: La dinastía de los Once Hermanos ganó cuatro títulos amateurs en los 30’s y ahí debutó Horacio Casarín, el ídolo mexicano de la primera mitad de siglo. No era un equipo para las grandes masas, pero tenía una mística especial. Así lo describe el escritor Juan Villoro, uno de sus aficionados más visibles:

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“Al Necaxa le gustaban los records que no necesariamente son los obvios, por ejemplo, el primer mexicano que metió un gol en el Estadio Azteca fue el ‘Loquito’ Martínez, del Necaxa. El jugador que desapareció un balón en plena cancha y nunca se supo dónde quedó fue el Fumanchú Reinoso y por eso ganó su apodo del ‘Mago’ Fumanchú. El único equipo que le ganó al Santos con todo y Pelé fue el Necaxa”.

Esa narrativa que se enriquecía con las marcas extrañas, mucho tiempo no alcanzó para ganar títulos y tampoco para tener público en las tribunas. Hasta que llegaron los noventas, que están enmarcados en oro. Títulos de liga en la temporada 1994-95; después en la ‘95-96 y en el Invierno del ‘98 le valieron ser catalogado como el equipo de la década. La cereza de aquellos éxitos llegó en el Mundial de Clubes del 2000, con un tercer lugar tras derrotar en penales al Real Madrid.

Y justo cuando empezó a ganar respeto deportivo, cuando había sembrado una semilla en la afición joven de la capital, el equipo empacó sus maletas y se fue de la Ciudad de México.

Villoro habla de ese dolor.

“Al llevárselo a Aguascalientes es un lugar demasiado lejos para estar yendo y viniendo. Ellos tenían su propio equipo. No necesitaban del Necaxa y poco a poco se han ido acostumbrando a los HidroRayos, como ahora se les llama, pero, sí, desde luego fue algo terrible”. Cuando el escritor ha visitado Aguascalientes para ver al equipo de su infancia ha encontrado que la tribuna está llena de aficionados poco habituales: “La principal planta constructora de la Nissan está en Aguascalientes y entonces muchos de los que asisten al estadio son japoneses. Esa es el ala dura de los llamados Hidrorrayos”. Más allá de ese amor oriental, el nuevo inquilino futbolero de Aguascalientes fue visto con recelo en su nuevo hogar. Cruz Soto, un periodista deportivo que ha seguido los pasos del equipo, pone voz al sentimiento de la ciudad.

“No es un equipo que nació acá en los barrios tradicionales. No es un equipo que tenga jugadores de Aguascalientes, sino que fue traído por una decisión política para que uno de ellos fuera gobernador del estado, estamos hablando de Luis Armando Reynoso Femat, que fue gobernador del 2004 al 2010 y que gracias a que se trajo el equipo. Les regaló el predio, les remodeló el estadio”.

Describe también el verdadero sentimiento de la ciudad: “Si nos vamos con los viejos hinchas, con los hinchas emplumados, como se le llama a aquella porra de los Gallos de Aguascalientes, pues sí lo ven con recelo y en redes sociales siguen pidiendo la salida del Necaxa de aquí de Aguascalientes”.

En medio de este sentimiento, los primeros años del Necaxa en Aguascalientes fueron más bien un desencuentro. Faltaban éxitos en el campo y sobraban escándalos en la calle. Había muchos de ellos. Uno de los que más se recuerdan fue con Braulio Luna, seleccionado nacional y entonces figura a seguir del equipo.

“¿Qué es lo que pasa? Que Braulio acaparó las portadas de diferentes diarios de Aguascalientes, entre ellos uno que se llama Tribuna Libre, ¿por qué? Por el simple y sencillo hecho de salir en la foto oficial del club, la plantilla de ese año, sale con un parche en la frente”, recuerda Cruz Soto. “Te metes a leer la noticia de qué fue lo qué pasó y se retrata a Braulio que se había agarrado a golpes en un bar, en un antro al Norte de la ciudad… pero que se había agarrado a golpes, que le estrellaron un vaso de vidrio en la frente y que por eso se había causado una herida, que tuvo que ser suturada con algunos puntos… y ahí la gente empezó a hacerle mala fama, que ahí está este señor que nada más viene a agarrarse a golpes y nada más”.

Casi al mismo tiempo, otro seleccionado nacional y figura del equipo estuvo en el ojo de la prensa amarillista. Se trataba de Mario Pérez.

“Fue muy sonada la detención de Mario Pérez, porque él quería ir al baño y no lo dejó ir su representante, porque él era un atleta de alto rendimiento y entonces decía que él no iba a entrar a un baño sucio de la policía”, remermora Mario César Macías, director de Palestra un influyente medio digital más dedicado a las noticias de espectáculos de la ciudad. “Y se orinó en los pantalones y la prensa así lo sacó. La fotografía fue muy elocuente donde está él esposado y orinado”.

El verdadero desamor se dio en 2009, cuando el Necaxa descendió a la Primera A, el nombre entonces de la segunda división mexicana. Un lustro después, en 2014, Televisa vendió el equipo a un grupo de empresarios locales, encabezados por Ernesto Tinajero. La mezcla de ambos factores lo convirtieron en un equipo con bajo presupuesto y menos estrellas que brillaban en su firmamento.

En ese panorama se enmarcó la tragedia de aquella madrugada del 16 de agosto de 2015, en la que el bajacaliforniano Alejandro Molina y el uruguayo Luis Gorocito, jugadores del club, se vieron involucrados en una riña en el estacionamiento de Plaza Los Arcos y mandaron al hospital a Luis Mariscal, un joven de 22 años que murió poco más de dos meses después.

Aquella misma noche ellos terminaron en prisión.

AQUELLA NOCHE

“Cuando los detienen nadie sabía quiénes eran. Incluso los que estaban peleando con ellos no sabían quiénes eran, hasta que estalla la noticia en Aguascalientes que detienen a un par de jugadores del club Necaxa envueltos en una riña en un bar al norte de la ciudad”, relata el periodista Cruz Soto.

Nadie los conocía, pero la historia que protagonizaron fuera de la cancha los convirtió en pocas horas en personajes de primera plana en la ciudad, que recordó los escándalos del club y empezó a juzgarlos desde la tribuna pública, en noticiarios de radio, de televisión, en periódicos y en páginas de internet.

“Necaxistas detenidos”, se podía leer en las páginas de El Hidrocálido, el periódico cuyo nombre es el gentilicio de los habitantes de la ciudad.

El entonces entrenador del Necaxa, Miguel de Jesús Fuentes acusaba en una conferencia de prensa del repentino interés que tenían los reporteros por el equipo: “Hace un torneo fuimos campeones y había muy pocos de ustedes aquí, pero hoy que el tema es fuera de la cancha aquí están todos”.

Mucho del fuego contra los jugadores, lo encendió Susan López, la prima que acompañaba a Luis Mariscal. En una declaración inicial, de espaldas a la cámara de un teléfono celular, describió con brutalidad los “hechos” que se vivieron esa madrugada. Según sus palabras iniciales, Gorocito y Molina iniciaron la bronca y golpearon sin piedad a su primo y sus acompañantes. Incluso “regresaron a rematarlo con patadas en la cabeza cuando ya estaba en el suelo”.

La mecha se encendió y las ansias de información crecieron.

Sin embargo, apareció un testigo presencial. Efraím Rodríguez estuvo aquella madrugada en el estacionamiento de Plaza los Arcos. En otras palabras, le tocó estar en ring side de la desgracia. Pocas horas después de que se dieron a conocer las declaraciones de Susan López, Rodríguez apareció en un programa de radio y empezó a darle una vuelta de tuerca a la historia. Según empezó a declarar, Luis Mariscal y sus acompañantes (después identificados como Roberto y Eduardo Alderete y Susan López), también fueron activos en la pelea y que Mariscal nunca fue pateado en el piso, como había asegurado su prima.

Pronto sus declaraciones quedaron asentadas en los juzgados, pero no eran suficientes para cambiar el destino jurídico de los jugadores, que seguían en prisión. Todo quedaba hasta ese momento en la subjetividad de los testimonios de cada una de las partes. Hasta que aparecieron unos ojos imparciales que empezaron a cambiar definitivamente el caso: los videos de las sucursales bancarias de Plaza Los Arcos, aunque su análisis no llegó pronto.

El proceso estaba atascado entre apelaciones y amparos. Luis Mariscal murió el 3 de noviembre de 2015 y eso complicó aún más el destino de los jugadores. El delito de lesiones dolosas se reclasificó al de homicidio. Podían pasar 40 años en prisión.

No eran sus únicas complicaciones. Un día más tarde, el Necaxa publicó un obituario a página completa en los diarios de la ciudad. “Cada uno de los que formamos parte de esta institución nos sentimos orgullosos de ser parte de Aguascalientes y pertenecer a Necaxa, cada día de trabajo nos esforzamos por hacer de nuestro estado el mejor lugar para formar, ver crecer a nuestras familias y al igual que cualquier otro miembro de nuestra sociedad, nos sentimos tristes, ofendidos e indignados por todo lo sucedido”. También su club había tomado partido.

Cuatro días más tarde, el 7 de noviembre, en un partido contra Mineros de Zacatecas en el Estadio Victoria, un grupo de aficionados, gritaron “Asesinos, asesinos” a los jugadores en el campo. El desamor estaba en sus puntos más altos, mientras el juicio seguía su curso.

"Lamentablemente la autoridad nos les dio valor (a los videos) o no quiso tomarlos en cuenta por la cuestión de que la otra persona estaba en el hospital y había una presión en redes sociales muy importante y aparte en medios de comunicación" Diego Hernández, abogado de Alejandro Molina

Antes de aquella trágica noche, el Necaxa era el súper líder del campeonato de Ascenso. Dos meses después estaba fuera de la Liguilla y había despedido a su técnico. La depresión se palpaba también en el pasto.

El relato inicial, en el que los jugadores habían iniciado la confrontación y habían golpeado en el suelo a Luis Mariscal todavía predominaba. Pero había elementos que se habían vuelto su contraparte: los testigos presenciales y los videos en los que aparecen todos los protagonistas: los jugadores, por un lado y Luis Mariscal y sus acompañantes en el otro.

Todavía hay mucho por aclararse, pero el resto de las respuestas están en nuestro Podcast…

Ver noticia en ESPN: Fútbol Mexicano

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