24/04/2024

¿Por qué repelas, Peláez?

Sábado 10 de Octubre del 2020

¿Por qué repelas, Peláez?

Ricardo Peláez tiene numerosas ventajas para desarrollar con éxito su proyecto, pero, debe entenderlo, sin vender espejitos ni vender boletos para un avión presidencial, cómo sería seguir insistiendo en ganar títulos a corto plazo.

Ricardo Peláez tiene numerosas ventajas para desarrollar con éxito su proyecto, pero, debe entenderlo, sin vender espejitos ni vender boletos para un avión presidencial, cómo sería seguir insistiendo en ganar títulos a corto plazo.

LOS ÁNGELES -- No es un patético lamento. Tampoco apesta a excusa. Acaso, parece abrir el paraguas por si la llovizna que se cierne ya sobre Chivas se convierta en Tsunami.

El director deportivo, Ricardo Peláez, reconoce a ESPN, en charla con Héctor Huerta, la complejidad de armar en el Guadalajara un rompecabezas. Las piezas deben ser con mexicanos, por mexicanos, para mexicanos y de mexicanos.

Y retumba la frase del doctor Octavio Rivas, pionero en psicología deportiva aplicada al futbolista en México: “’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”.

Complejo debe serlo, pero no imposible, de otra manera, Chivas no sería junto con América el más ganador de títulos en México. Obviamente estoy descartando la falacia del Prode ‘85, oficializado estrictamente por presiones de Emilio Azcárraga Milmo a la FMF, según lo ratificó a ESPN el entonces presidente Rafael del Castillo, sí, el mismísimo doctor en Derecho que hizo la mayor chuecura, esa, la de los Cachirules, que le costó a México dos años de exilio por parte de FIFA. Y cuando El Tigre presionaba, era porque su verdugo afilaba lascivamente su enorme cimitarra delante de la víctima.

Complejo debe ser, entonces, armar un rompecabezas perfecto con piezas tan imperfectas. Pero el desafío es fascinante. Porque Chivas ha sido campeón en tiempos en los que llegaban genuinos futbolistas extranjeros a México, y no como hoy, cuando se arrojan bultos, escoria casi del balompié de su país. Épocas hubo de los Muñante, los Barbadillo, los Cabinho, los Carlos Reinoso, los Dirceu, los Albrecht, los Miguel Marín, los Alberto Quintano. Hoy, con excepción de los Gignac, hasta reclutan sospechosamente de los albañales a troncazos como Maxi Meza y Matías Kraneviter, entre muchos otros.

Ricardo Peláez conoce el entorno de Chivas. Jugó contra el Guadalajara y en el Guadalajara. Y vale decirlo, él sí tuvo un ataque de dignidad, que se ha retrasado ya meses con Oribe Peralta, llegado ahí en una negociación que hedía a cohecho. Peláez, a diferencia del cinismo chambista de Peralta –sí, todo un héroe olímpico–, renunció a Chivas, porque reconoció que por sus lesiones no debía, no podía y no quería seguir perpetrando un fraude a la institución. Renunció a un enorme salario, y se retiró dignamente. Diría Jennifer López: “Y Oribe, ¿Pa’ cuándo?”.

Pero, insisto, es complejo, pero no imposible, aunque a esta administración del Guadalajara se le ha cumplido en detalle la aseveración de Octavio Rivas, porque los refuerzos llegaron en la versión más cruda del “’pérate, son mexicanos, están programados al revés”, y han sacado la versión teporocha –con su infusión de tamarindo incluida–, más denigrante a su oficio. Es decir, se ostentan fraudulentamente como futbolistas profesionales, cuando en realidad han dejado de ser futbolistas luego de haber renunciado a ser profesionales.

El comentario de Ricardo Peláez no es nuevo, pero no por reiterado debe ser legitimizado. Alguna vez, Matías Almeyda se quejó en medios de Argentina que era una pesadilla trabajar con mexicanos, porque era necesario explicarles tres veces todo, y trabajar el triple para que entendieran. En la simpleza de mi pueblo, equivale a decirles que eran tres veces más brutos que el resto de los futbolistas. Y sin embargo, El Pelado se llenó de fama insospechada, como entrenador, pese a manejar a jugadores embrutecidos al cubo, es decir, a la tercera potencia.

Sin embargo, alguna vez el propietario de la Promotora Guadalajara, Salvador Martínez Garza, regiomontano enamoradísimo del Rebaño, tal vez en un alarde populista, dijo que “para matarte en la cancha por Chivas tienes que ser mexicano, y para matarte en la vida por México, tienes que ser de Chivas”. Sí, exuda demagogia, pero...

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Ricardo Peláez: "Es un logro que Chivas vuelva a ser base de Selección"

Aclara que nunca se negó el préstamo de los jugadores y solo se pidió que si podían regresan antes para el Clásico Tapatío.

Hoy, sin embargo, Ricardo Peláez tiene numerosas ventajas para desarrollar con éxito su proyecto, pero, debe entenderlo, sin vender espejitos ni vender boletos para un avión presidencial, cómo sería seguir insistiendo en ganar títulos a corto plazo.

1.- Peláez no tiene encima a un dueño que le incomode, con delirios excéntricos de que sabe de futbol, porque Amaury Vergara está más cerca del gremio de villamelones elitistas que siguen al Guadalajara, que de ser un aficionado genuino, y menos aún de tener exabruptos de conocedor de futbol.

2.- No hay descenso. Lo más grave sería tener que pagar 120 millones de pesos y recibir 120 millones de burlas si el equipo llegara a desplomarse. Es decir, tiene tiempo para trabajar en la formación de nuevos jugadores, y sacarse de encima a lastres costosísimos empezando por La Chofis López.

3.- Chivas debe tener la mejor cantera. Ufanarse de que el Guadalajara puede ser la base de la selección mexicana es olvidarse de dónde llegaron Canelo Angulo, Alexis Vega, Uriel Antuna, y Chicote Calderón, estos tres últimos más protagonistas de guarapetas monumentales que protagonistas del marcador.

4.- El mayor poderío de Chivas no está bajo su mando, pero está al alcance de su mano: la afición. Debe convertirla en su mejor aliada. De hecho, ya lo es, en cierta medida. Son los seguidores los que se han dedicado a trepar a la pasarela abominable del ridículo a los juerguistas y rumberos, amantes de los palenques, las bandas de pueblo, la cumbia, la seducción fallida, el vodka con tamarindo, y los servicios VIP de selecto comedero con un menú tan corto como sus faldas y un servicio tan largo como sus escotes.

5.- La historia. Y no me refiero a irse al retrovisor a hurgar en el museo, sino a escribir una nueva enciclopedia. ¿Cuántos directores deportivos de la última década en Chivas han tenido el apoyo que Peláez tiene hoy? Ninguno, absolutamente ninguno. Por eso es fascinante el reto: puede y debe establecer un parteaguas, con todo a favor para ello. Ese era el gran sueño de Martínez Garza y de Jorge Vergara, y es el gran escozor de Emilio Azcárraga Jean, y Peláez lo sabe: otro Guadalajara Campeonísimo.

6.- Prestigio. Porque también su reputación como director deportivo está de por medio. Tener éxito en el Guadalajara, armando un rompecabezas perfecto con piezas imperfectas (“’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”), confirmaría su habilidad para construir donde otros destruyeron. Por años, Chivas ha sido botín de sinvergüenzas, desde la época de Martínez Garza, y en la era de Vergara, hubo gente que abusó y se amamantó de esas ubres millonarias.

Entonces, bajo estos escenarios, qué afortunados tiempos. Entonces, ¿por qué repelas, Peláez?

Ver noticia en ESPN: Fútbol Mexicano

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