LOS ÁNGELES -- Con las pinzas de la voracidad y la desesperación, la Liga MX rompe y viola los candados de la sensatez, el sentido común y la responsabilidad civil, moral, médica y social. A cualquier costo, abre las puertas de los estadios de futbol.

Lo hace, sin embargo, con un par de platillos de pésimo gusto: Necaxa recibe a Tijuana y Mazatlán FC recibe a Juárez, cuatro habitantes del inframundo competitivo del futbol mexicano. Lo más lamentable es el apetito mórbido que rodea al estadio Kraken recibiendo público en las tribunas.

La Liga MX recibe el aval de la dudosa capacidad profesional de la Secretaría de Salud, que se rige de manera lamentable por su siniestro semáforo daltónico, que un día amanece verde y al siguiente puede irse a rojo, con esa habilidad tan mexicana para falsear y ocultar las cifras genuinas de contaminados y fallecidos.

Pero, a la Liga MX, a la FMF, y por supuesto a los clubes, poco les importa la veracidad de los conteos, mientras reciba la bendición por parte del sector salud, para abrir las puertas, cuando se espera una regurgitación dramáticamente fatalista del COVID-19, para el mes de noviembre.

Recordemos que la Liga MX iba a dar a conocer hace días el Protocolo oficial para el regreso a los estadios. Grupo Pachuca y TV Azteca se adelantaron y filtraron el documento, madrugando a Enrique Bonilla, quien, ridiculizado, decidió suspender el anuncio oficial de este reglamento.

La tolerancia de este permiso de la Liga MX y el sector salud, permitiría a Mazatlán y a Necaxa operar al 50 por ciento de la capacidad de sus estadios. Es decir, de hacerlo así, sería imposible respetar el distanciamiento social requerido. Para hacerlo, holgadamente, tendría que pensarse en apenas un 25% del aforo.

El público ha regresado a los espectáculos deportivos, en diversos países, y las muestras no han sido las mejores. En Estados Unidos, por ejemplo, las imágenes constatan cómo numerosos aficionados se despojan de las mascarillas por completo. En estos casos no ha habido personal asignado para reconvenir a esos fanáticos, y obligarlos a mantener el uso del cubrebocas.

En los juegos de playoffs de Grandes Ligas y en partidos de la NFL se les ha advertido a los aficionados de apegarse a los protocolos marcados por ambas organizaciones y por los mismos equipos desde antes de ingresar a los inmuebles. Los han ignorado por completo. Incluso ha habido, en todos los casos, zonas comunes de convivencia, en las que la mayoría de los asistentes prescinden de los cubrebocas.

Cierto, esto ocurre en Estados Unidos, uno de los países con registros máximos de contagios y fallecimientos por COVID-19, pero también ocurre bajo la tutela de dos de las organizaciones más poderosas y más estrictas en seguir cánones de seguridad como los son la MLB y la NFL.

Insisto, en los escenarios deportivos de Estados Unidos se les invita a apegarse al protocolo antes de entrar a los escenarios, pero, después, al paso de los juegos, se olvidan de ello, especialmente del uso de mascarillas y del sugerido distanciamiento social.

¿Debemos pensar que donde ha fallado el patrocinio de la MLB y la NFL triunfarán las recomendaciones de la Liga MX? ¿Podemos asegurar, después de las numerosas imágenes de fiestas en lugares públicos, sin cuidados sanitarios, que el aficionado mexicano sabrá responder de manera más disciplinada, educada, consciente y autocrítica?

¿Podemos creer que si en escenarios de gran poder financiero como la MLB y la NFL, no se organizaron cuadrillas de vigilancia que exigieran a los aficionados a respetar el protocolo durante su permanencia de los de los estadios, los clubes en México sí podrán, querrán y sabrán hacerlo?

Imagínese Usted, si la afición futbolera en México se rebeló ante la orden de suspender el grito del “¡eeeeeeeh pu…!”, ¿usted cree que se someterá y obedecerá al grito de “¡eeeeeeeh, ponte el cubrebocas!”?. Por supuesto que no.

Un simple detalle. El Protocolo de la Liga MX exige a los clubes que para reabrir sus puertas a la afición deberán contar con un número suficiente de cubrebocas esterilizados para entregárselos a cada uno de los asistentes que no lo lleve.

Debemos entender, entonces, que si Mazatlán y Necaxa pretenden registrar un aforo del 50 por ciento, deberán tener al menos más de diez mil mascarillas disponibles, en caso de que la gente que acuda, por irresponsabilidad, por amnesia, por error, o por negligencia, no lleve su propia mascarilla al estadio.

E incluso, si deciden no usarla, dispondrán los estadios de suficiente fuerza pública, para desalojar a aquellos reacios a usarlas.

Y será interesante ver los módulos de servicios médicos en los estadios, capacitados para atender casos urgentes en el alrededor del estadio, además de las ambulancias y el personal médico.

Seamos serios: ¿cuándo el futbol mexicano ha manifestado de manera uniforme semejante capacidad de organización, de orden y de seriedad?, si ha fallado en esas instancias en torneos de relevancia internacional.

Aquí hay una pirámide de negligencia. Empezando por una Secretaría de Salud, con base de datos y logística con evidentes falencias. La FMF y la Liga MX al precipitarse abriendo los estadios, en busca de unas monedas más, cuando puede representar un impacto lamentable para las familias y el sector salud. Por supuesto, la complicidad de los equipos.

Pero, el mayor responsable, será todo aquel aficionado irresponsable, que más allá de acudir, lo haga, porque los habrá, que no respetarán los lineamientos del protocolo. Jure Usted que al Kraken acudirán seudoaficionados, sólo para tomarse la foto para redes sociales y presumir que fueron los primeros en pisar el escenario. ¿De futbol? No serían capaces de recitar la alineación de “su” club.

Pero, México, ese país fascinante del surrealismo mágico, ha sido capaz de obligar a futbolistas positivos asintomáticos a salir a la cancha; o ha sido capaz de que al enfrentarse en partidos de futbol jugadores ya contagiados, resulta que la lista de contagios después de esos encuentros ha sido de cero.

Vaya, los Tigres y la Liga MX permitieron a Nahuel Guzmán jugar a pesar de estar vigente con el positivo asintomático luego de una quinta prueba.

Lenta, muy lenta se está viendo la Organización Mundial de la Salud al no mandar a sus mejores científicos y epidemiólogos a sumergirse en ese universo especial del COVID-19 que es México, un país donde misteriosamente los infectados gozan de mejor salud que quienes están sanos.