Ignacio Ambriz habla de cómo ha transcurrido su carrera como entrenador, la cual despejó luego del cobijo que le dio Javier Aguirre
LEÓN -- Ignacio Ambriz camina solo desde hace 10 años. Fue precisamente en el 2010 cuando tuvo una charla frontal con Javier Aguirre para comunicarle que dejaba de ser su auxiliar en Atlético de Madrid y tomaba la oportunidad de dirigir al San Luis. Era el regreso al país para comenzar solo un nuevo reto.
Su mente en ese instante emitía señales del estilo que deseaba, una innovación al servicio del futbol de ataque. Hoy, Ambriz puede ser considerado el mejor técnico de México a expensas de validarlo con el título y cree que lo mejor que pudo hacer, fue salir del cobijo de Javier Aguirre.
“No fue una decisión arrebatada, porque llevaba siete años a su lado y recuerdo cuando estábamos en Madrid, me preguntó, ‘¿te sientes preparado?’ y mi respuesta fue: ‘si después de todos estos años no lo estoy, es que no sirvo’. Quiero saber qué se siente, que me mienten la madre, que me critiquen, llevar la responsabilidad porque podía seguir con él hasta el final pero quizá un día me diría que se acaba y yo hubiera agotado el deseo de dirigir. No me arrepiento haber dejado a Aguirre, creo que fue el mejor paso que di”, dijo.
Lejos de secarse su amistad, lo de Ambríz y Aguirre se volvió florido. El técnico del León resolutivo, agradece que lo haya llevado de auxiliar al Mundial de Corea-Japón 2002, y luego a Osasuna y Atlético de Madrid porque su idea principal era la de ser secretario técnico, no entrenador, pero ‘El Vasco’ le reconvino el sendero.
“En 2002 Aguirre me dijo, ‘creo que te estás equivocando, para mí eres un tipo de cancha, no de oficina, pero espero que te des cuenta a tiempo’, ahí me hizo reaccionar. Después, ¿quién crees que me convenció de hacerme técnico? Jorge Campos, él estaba en Puebla, me dijo que estaban mal, habían pasado cuatro entrenadores por ahí y en el 2003 me aventé como el 'Borras', me persigné y a lo que salió, cometí muchos errores porque pensaba como jugador, al final nos salvamos pero sabía que me faltaba mucha preparación”, dijo.
El inicio de Ignacio Ambríz como entrenador en Puebla fue sombrío, pero en la actualidad, su equipo, el León, es quizá el único que desarrolla sin problemas un prolífico ataque sustentado que le permite a sus ofensivos jugar donde se sientan cómodos. Bromea un poco y asegura que cada partido que hacen lo imagina como una ‘cascara’.
“Hacemos un orden desordenado, es parte de que el jugador se sienta cómodo en el campo, prefiero que tenga libertad a que sigan un orden a rajatabla, parece que jugamos una cáscara pero es por el trato humano que para mí es mas importante que lo futbolístico. En lo defensivo tengo más reglas, ahí no podemos variar, pero en lo ofensivo quiero que ellos me digan dónde quieren jugar”, expresó.
Encaramados en lo más alto del campeonato, el León ofrece una propuesta agradable, fresca y rejuvenecida del futbol moderno. Ambríz no es un entrenador que plantee los partidos como una mera reacción a lo que decida hacer el rival, por el contrario, ofrece una versión nueva.
“Me gustaría ser campeón pero respetando nuestra forma de jugar, porque es lo que le gusta a los jugadores y hemos logrado convencer al público y a la prensa, así me dejaría feliz levantar el título, hoy veo a mi equipo maduro, logré hacer una familia en el futbol, mi obsesión en realidad es jugar cada vez mejor. Te confesaré un consejo que me dieron hace un mes: ‘si tu equipo logra diferenciar entre lo que es jugar bonito y lo que es jugar bien, vas a ser campeón’, esas palabras fueron del profesor Enrique Meza, si mi equipo logra jugar bien la liguilla, vamos a ser campeones”, comentó.
Ahora, el técnico mexicano busca su primer título de liga como entrenador, aunque deberá de remontar junto a León el 2-1 ante Puebla para acceder a las semifinales.