23/04/2024

Fatiga mental

Sábado 05 de Diciembre del 2020

Fatiga mental

Las cargas físicas a las que se someten los jugadores de fútbol son "fácilmente" evaluadas y cuantificables, pero ¿qué ocurre con la fatiga mental?

Las cargas físicas a las que se someten los jugadores de fútbol son "fácilmente" evaluadas y cuantificables, pero ¿qué ocurre con la fatiga mental?

Los jugadores son sometidos a cargas físicas y las mismas pueden ser evaludas "fácilmente", pero, ¿qué ocurre con la fatiga mental?

En los últimos años, con los avances tecnológicos y la cantidad de estudios científicos realizados por especialistas, las cargas físicas a las que se someten los jugadores de fútbol son “fácilmente” evaluadas y cuantificables. Sin adentrarnos en cuáles son más eficientes o cuáles ya están obsoletas, los pulsímetros, medidores de lactato y GPS, por mencionar algunos, todos aportan para confirmar y adaptar lo planificado por el entrenador. La tecnología y la ciencia suman en lo referente a lo objetivo, pero, ¿qué sucede con otros valores que es más complicado evaluar?

Me gusta la analogía de “regar la planta” para hacer referencia a los distintos métodos que los entrenadores usamos para enriquecer al futbolista en lo individual y fortalecer al equipo en el funcionamiento de conjunto. Con el termino antes mencionado, hay que tener cuidado, porque tiene su contrario en el dicho “mucha agua mata planta”, el cual, entiendo, significa que no por más recursos que trates de brindar quiere decir que el crecimiento será el óptimo o deseado. El secreto, como muchas cosas en la vida, esta en el justo balance entre ambas; regar la planta lo suficiente para que crezca y se desarrollo evitando excedernos, lo que podría ocasionar su muerte.

El papel (hoja), las plantillas donde los entrenadores vierten las sesiones con sus volúmenes, cargas, densidades e intensidades, aguantan todo. Nunca se verá jamás un archivo que se sature por la carga de entrenamiento, es lógico. De forma parecida, el cuerpo humano (y más el de los atletas) tiene la capacidad para adaptarse con el debido tiempo a las cargas de trabajo que se le demande. Tarde o temprano el cuerpo, mediante el fenómeno de supercompensación, se acostumbra. Con la mente hay que irnos con más cautela, tiene mayor sensibilidad ante las demandas y las razones de éstas. La mente cuando esta receptiva y dispuesta hace que el cuerpo llegue a límites jamás imaginados, pero cuando esta negada y simplemente no quiere, la menor exigencia podría acarrear consecuencias negativas.

Fastidio, burn out, hartazgo, son signos que el futbolista esta fatigado mentalmente. Las razones son varias, pero la que me interesa en estos momentos es el fastidio que provocamos los entrenadores por una exigencia, perfeccionismo demasiado elevado para el jugador. Como futbolista no hay peor sentimiento que el de “haga lo que haga nunca será suficiente para este entrenador”, lo que en Psicología se conoce como desesperanza/indefensión aprendida. En referencia a la analogía comentada en párrafos anteriores, este fenómeno se da cuando el entrenador supera la cantidad de agua idónea para el jugador.

Como entrenadores debemos ser sensibles a lo que el grupo nos pide y detallistas para lo que cada jugador, desde sus necesidades particulares, nos exige. Siempre con un ojo al grupo y otro al individuo. De igual forma reconocer que las dosis a las que nosotros estamos acostumbrados, o que nos funcionaron en otros equipos u otros momentos de la temporada, pueden hoy ya no servir, todo cambia, todo evoluciona.

El fútbol agradece cuando la ciencia y la tecnología aportan para mejorar al deporte, pero el fútbol sufre cuando la sensibilidad humana, ese tacto que sólo lo dan los años, es desplazado y dejado en segundo término. En un equipo de fútbol lo que ayer servía hoy ya no, lo que funcionó la semana pasada debe de ser vuelto a evaluar. Continuo análisis, observación, mucho tacto y no olvidarnos de olfatear lo que el grupo o el jugador precisa este determinado momento. Para trabajar al cuerpo podemos seguir recetas, para desarrollar la mente se necesita algo más.

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