25/04/2024

Lo veo y no lo creo...

Martes 23 de Febrero del 2021

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El América ha perdido tres puntos en la mesa. Histórico, memorable, increíble, cualquier epíteto es bienvenido, pero lo más trascendente del tema es que el futbol mexicano hizo valer el reglamento. Aunque en el fondo ese reglamento sea ambiguo y no respete la esencia del juego, finalmente, se aplicó tal y como establece la justicia, sin importar que el afectado fuese un club con fama de influyentísmo y de poder. El Atlas no merece los tres puntos que le han regalado. Federico Viñas, en realidad, no tuvo nada que ver en el triunfo que el América consiguió válidamente en la cancha, pero el reglamento es el reglamento y el futbol mexicano se había encargado de destrozarlo y humillarlo en muchas ocasiones. Esta vez fue diferente...

SAN DIEGO, California.- Lo veo y aún no lo creo.

Y no se trata de quitarle los puntos al América en la mesa. Hay algo más importante en la histórica decisión que la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol anunció este lunes por la noche. Se trata de que el futbol mexicano, finalmente, hizo algo que no acostumbra a hacer: respetar el reglamento, cumplirlo a rajatabla.

Es verdad que la esencia del reglamento es ambigua y que un equipo como el Atlas no merece tres puntos que no ganó en la cancha. Pero la presencia del uruguayo Federico Viñas en la banca del juego del sábado estaba por encima del reglamento. Y el reglamento indica que esa falta se sancionaba con la pérdida de los tres puntos. La Comisión Disciplinaria hizo su trabajo y el presidente de la FMF, Yon de Luisa, el suyo. El futbol mexicano pudo dormir tranquilo esa noche. Se ha respetado el reglamento, aunque ese reglamento sea ambiguo y confuso.

Existe y es válida la interpretación de que el Atlas se ha llevado tres puntos que no obtuvo en la cancha y de que, en realidad, Viñas no participó en el desarrollo y resultado del juego. Habrá que trabajar en la elaboración de un reglamento más claro y que en realidad no beneficie a quien no lo logre amparado por su desenvolvimiento en la cancha de juego.

También es una noche de credibilidad para un futbol que siempre parece más apegado a los intereses que a la veracidad y a la transparencia. El América tiene un sinfín de historias tenebrosas sobre arbitrajes y una relación cercana al poder de la televisora que es su propietaria. Todo ello apunta como una esperanza hacía los nuevos tiempos que establece nuestro futbol. Una mayor democracia, apertura, limpieza y justicia.

La respuesta del América como club de futbol ha sido, por demás, elegante, valiente y honrosa. El América se ha comportado esa noche como lo que es: un equipo grande.

No ganó el América, tampoco el Atlas, el que ganó fue el futbol mexicano que dio un poderoso paso hacia la preciada credibilidad que tanto necesita. Al final, se respetó y se aplicó el reglamento. ¿Qué más podemos pedir?

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