Rob Manfred, comisionado de las Grandes Ligas, sabe que muchos fanáticos están disgustados por la disputa financiera entre esa entidad y el sindicato de beisbolistas durante la pandemia. “Estamos en deuda con nuestros fanáticos para ser mejores de lo que hemos sido en los últimos tres meses”, dijo ayer.
La pretemporada se interrumpió el 12 de marzo por la crisis sanitaria mundial. El 26 de ese mes debió haberse inaugurado la campaña regular. Cuando quedó claro que la única forma de comenzar la temporada era en estadios sin público, los dos bandos libraron una batalla pública sobre un acuerdo económico.
Los dimes y diretes arreciaron, en lo que constituyó la pugna interna más grave del béisbol desde que la huelga de siete meses y medio obligó a cancelar la Serie Mundial de 1994, algo que no había ocurrido en nueve décadas.
El sindicato definió ya los protocolos para jugar en la pandemia, y prometió que los peloteros se presentarían con sus equipos el 1 de julio para disputar una temporada de 60 juegos que comenzaría el 23 o 24 de julio. Sería la campaña más breve en las Mayores desde 1878. Además, las mascotas, que habían sido vetadas de los estadios, sí podrán asistir. (D)