18/05/2024

Opinión: La noche que anulé un gol

Jueves 08 de Marzo del 2018

Opinión: La noche que anulé un gol

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Por: José David Guevara Hace 18 horas

Hay partidos de fútbol que juegan tiempos extra en la cancha de la memoria. Sin importar la cantidad de años que hayan transcurrido desde el que árbitro central pitara el final de la contienda, el balón sigue rodando en la cancha del recuerdo y uno vuelve a celebrar o lamentar los goles… o “anularlos”.

Uno de ellos, al menos en mi caso, es el que jugaron las selecciones de Argentina y Alemania el 29 de junio de 1986 en el Estadio Azteca, de México, durante la final de la Copa Mundial.

Ese encuentro fue ganado por los argentinos 3 a 2. Las anotaciones albicelestes, que no celebré, corrieron por cuenta de José Brown, Jorge Valdano y Jorge Burruchaga, en tanto que por los teutones marcaron —en este caso sí le di rienda suelta a mi alegría— Karl-Heinz Rummenigge y Rudi Völler.

Fue un partido lleno de tensión y nervio, pues al minuto 56 Argentina ya ganaba 2-0 con un gol de Brown al 23′ y otro de Valdano, lo que hacía pensar que la Copa ya tenía dueño.

Sin embargo, aún quedaba mucha tela por cortar y varias uñas por morder pues dos anotaciones alemanas en cuestión de siete minutos, 74′ y 81′, pusieron la situación como al inicio del juego.

Los dirigidos por Franz Beckenbauer aún no terminaban de festejar —tampoco yo— cuando dos minutos después Diego Armando Maradona ejecutó un pase magistral que Jorge Burruchaga se encargó de anidar en la red. El 3-2 definitivo.

Un gol que me cayó como un balde de agua fría aquel domingo de 1986, pero que me di el gusto de “anular” el lunes pasado: mientras cenaba en casa y saltaba de un canal de televisión a otro en busca de algún programa que me capturara, caí en ESPN, el cual estaba repitiendo aquella final de hace casi 31 años.

De inmediato se me alborotó la memoria y empecé a evocar jugadas que pocos minutos después aparecían en la pantalla chica.

Lo confieso: justo cuando Maradona iba a pasarle la bola a Burruchaga apagué el televisor y me fui a leer.

Fue así como “anulé” el gol, la estocada, de Burruchaga. Sí, me comporté como uno de esos fanáticos que se niegan a aceptar la realidad y recurren al autoengaño para tergiversar los hechos o acomodarlos a su gusto y conveniencia.

Hay partidos de fútbol que juegan tiempos extra en la cancha de la memoria… y que finalizan tal y como a uno le habría gustado que terminaran.

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