En 2016, la boxeadora musulmana, Amaiya Zafar, sufrió un duro revés en el amor que le profesa al pugilismo, pues por respeto a su religión, se negaba a subir a un cuadrilátero sin portar el tradicional Hijab, ni dejar de cubrir su cuerpo desde los tobillos hasta las muñecas; fue descalificada por los jueces en un combate por considerar el atuendo "potencialmente peligroso".
Desde entonces, comenzó una lucha por conseguir que se le permitiera practicar su deporte favorito sin necesidad de 'faltarle' a su religión, un combate que concluyó hoy con el permiso para poder boxear en torneos celebrados en Estados Unidos sin necesidad de mostrar su cuerpo.
"Este es un gran paso. Ella puso mucha labor en esto, se ganó el derecho de mostrar sus habilidades y estoy muy contento por ella", mencionó su entrenador Nathaniel Haile en entrevista con Star Tribune.
Este gran logro significó solo el principio del largo camino que Amaiya deberá recorrer para cumplir su gran sueño, pues en su agenda está el participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 representando a su natal Estados Unidos, aunque para ello aún deberá persuadir a la Organización Mundial de Boxeo y Asociación Internacional de Boxeo, que son quienes decidirán su puede hacerlo en las condiciones que ella propone.