En el pecado está la penitencia. Esta es la primera conclusión que puede sacarse del único debate que reunió a los cuatro candidatos a la presidencia del Barcelona organizado por TV3 y Catalunya Ràdio. Es decir; un único debate de dos horas para decidir una campaña que empezó en el mes de enero entre cuatro candidatos crea demasiadas expectativas y siempre acaba por defraudar.
Si algún socio acudió al debate esperando que le convencieran, salió absolutamente desolado. Mucho ruido y pocas nueces. El debate no tuvo un ganador claro, quedó huérfano de nuevos proyectos y los candidatos trataron de alejarse de lo que se esperaba de ellos.
Laporta era el candidato sobre el que más expectativas había. No en vano, era el que más podía ganar en el debate atendiendo a las encuestas, pero optó por un talante conservador. Consciente de que el socio votante del Barcelona es persona conservadora y de orden, no mordió. Fue conciliador hasta el punto de llegar a prometer que en caso de victoria nunca pondría una acción de responsabilidad contra la junta que le ha precedido.
Bartomeu tenía un objetivo: resistir. Y lo logró. Llevó el debate por donde le interesó y como los boxeadores que se saben inferiores al rival empezó el duelo dialéctico atacando a Laporta, al que le recriminó su pobre programa electoral y recriminándole que "como abogado" se equivocara en los términos. Fueron fuegos de artificio. Tras esas dos salidas al ataque, el favorito a repetir título se escondió en el rincón y tiró de datos y gráficos para repeler los ataques y aprovechó las salidas de emergencia que le otorgaron los otros dos candidatos, en especial Freixa.
Como pasa en todos los debates bipolares, los que caen mejor son los outsiders, en este caso, Benedito y Freixa. Probablemente, fueron los mejores del debate porque cumplieron con las expectativas. Freixa dominó la primera parte del debate y Benedito, la segunda. No obstante, no parece que sus argumentos les sirvan para ganar votos el sábado en la medida de ascender de aspirantes a favoritos.
La sensación final del debate fue un combate nulo en el que se habían puesto demasiadas expectativas. Laporta quiso convencer al socio que le toma como un frívolo exhibiendo su mejor cara ante la cámara, Bartomeu celebró cada minuto que pasaba sin que se metiera en un charco y las propuestas de Freixa y de Benedito tuvieron sus momentos de gloria, pero fueron demasiado efímeros. Freixa triunfó con su reivindicación de La Masia y Benedito fue admirable en su ataque a Qatar.
Pero en el fondo, el último diálogo entre los candidatos lo dejaba todo claro. "Ha sabido a poco, ¿Hacemos otro?" se propusieron. No habrá más. Esto es lo que hay.