Si algún envidiado lector está leyendo este artículo disfrutando de un agradable baño en una piscina, que pierda cuidado si se orina, no saldrá una mancha roja a su alrededor (aunque no le aconsejo que lo haga, es una guarrada). Si se encuentra visitando Nueva York, que no se preocupe si baja al alcantarillado por los cocodrilos albinos. No existen, pero como en el caso anterior, tampoco le recomendaría esa visita entre todo lo que hay que ver en la Gran Manzana. Si va a tomar un vuelo, que no se inquiete por los implantes de silicona: no explotan en los aviones. Y si de tanto calor que hace desearía estar congelado cual pizza como Walt Disney, descártelo, es mentira. Desde jovencitos, todos hemos dado veracidad a estas denominadas “leyendas urbanas” sin plantearnos seriamente su autenticidad. En la NFL pasa igual. Damos por indiscutibles ciertas aseveraciones repetidas como mantra durante años sin pararnos a pensar si siguen siendo válidas a día de hoy. En este artículo intentaré tomar el papel de los protagonistas de la serie “cazadores de mitos” para tratar de desmontar teorías que circulan sobre los equipos de la AFC Norte, cuyo valor en la actualidad es más que discutible. Pero cuidado, para que una buena mentira funcione debe incluir una parte de verdad, así que es posible que en los casos que expongo a continuación, quede algo de realidad.
Los Bengals son un equipo tacaño y macarra.
Entre 2006 y 2007, hasta una decena de jugadores de los Bengals tuvieron algún encontronazo con la justicia. Esto generó en el entorno de la liga una sensación de equipo indisciplinado y compuesto por delincuentes que en muchas mentes perdura hasta nuestros días, casi diez años después. No voy a decir que en la actualidad no tenga algún descerebrado en sus filas, pero ni más ni menos que los otros 31 equipos. Sin embargo, el estigma permanece, y raro es el análisis para el draft de un jugador conflictivo que no se lo asignen automáticamente a Cincinnati. Pero cierto es que desde que Marvin Lewis asumió más control en las contrataciones, ya no es el equipo refugio de maleantes que era cuando Mike Brown imponía su particular criterio. Igualmente, el decano propietario era proverbialmente conocido por su cicatería a la hora de rascarse el bolsillo para negociar los contratos de sus jugadores. Desde que es su hija Katie la que maneja estos asuntos, no vamos a decir que el equipo de la Queen City sea un festival del derroche, pero las recientes renovaciones de Dalton, Dunlap, Atkins, Burfict, etc., están ajustadas a mercado. Es probable que la nueva normativa que obliga a invertir el 90% del tope salarial haya tenido algo que ver, pero lo cierto es que es un error seguir tildando a los Bengals de “agarrados”.
Los Steelers son un equipo principalmente corredor
¡Cómo es posible que el equipo donde han militado Bill “Bullet” Dudley, Franco Harris o Jerome Bettis no sea un equipo corredor! ¡Herejía! Pues lo siento, pero es la realidad. La tradición de ser un equipo donde predominaba el juego terrestre desapareció a medida que Roethlisberger iba adquiriendo peso en el equipo. Mientras en sus primeros 5 años la media de pases por partido no alcanzaba la treintena, en los últimos 6 la supera con creces. Es cierto que ha cambiado la distribución de los mismos. De las bombas a Holmes o Wallace, que le obligaban a esperar mucho para soltar el balón, hemos pasado a un juego de pase rápido donde la capacidad de desmarque de Brown, las buenas manos de Le’Veon Bell y la fiabilidad de Miller son más importantes. En idéntica medida, se fueron reduciendo los porcentajes de carreras. Evidentemente, los fiascos de Rainey, Dwyer y sobre todo Mendenhall han tenido mucho que ver. Puede ser que con la fulgurante aparición de Bell vaya a dar un giro esta situación y quieran recuperar lo que una vez fueron. Pero está claro que ahora mismo, no lo son.
De los Ravens sólo hay que preocuparse por doblegar su defensa
Sin duda alguna, la defensa es el mayor efectivo de los Ravens, pero cometeríamos un error pensando que sólo viven de ella y despreciando su ataque. Es cierto que desde su incorporación a la NFL en 1996 solamente un par de veces han sido top-10 en cuanto a anotación, pero salvo contadas catástrofes como la de 2013, siempre han rondado la zona media de la tabla en esta estadística. Corredores como Jamal Lewis, Ray Rice, o el inesperado Justin Forsett han acabado habitualmente en la parte alta de la clasificación. Desde su irrupción en la liga, Flacco ha ido incrementando año a año la cantidad de yardas de pase. La línea ofensiva se mueve como pez en el agua en el esquema “strech-zone” implantado por Kubiak. El año pasado, batieron records de franquicia en yardas y puntos por partido. La intención de Harbaugh de hacer que su equipo también sea fuerte en ataque es clara. Esta temporada, con Trestman como coordinador, la idea es profundizar el camino iniciado por Kubiak en la ofensiva West Coast. Puede que no impresione por nombres, pero cuidado con los picotazos de estos cuervos.
Los Browns son un equipo de chiste.
En una competición tan mediatizada por los quarterbacks, no tener firmemente establecido un titular en esta posición hace que la opinión pública no se tome al equipo en serio. Si además se trata de un conjunto con una trayectoria perdedora, y cuyo final de año fueron unas lamentables 5 derrotas consecutivas, todavía se hace más patente el menosprecio. El hecho de estar encuadrados en la siempre competida AFC Norte hace que sea muy complicado llamar la atención, pero la pasada temporada estuvieron hasta la 12ª jornada muy vivos en la competición. Si en las 3 derrotas que sufrieron por 3 puntos o menos hubieran tenido un poco más de acierto, o de fortuna, Cleveland hubiese entrado en playoffs. Su defensa contra el pase ha sido top-10 dos campañas seguidas. Su línea ofensiva lleva varios años considerada entre las mejores. Obviamente, no es un equipo contendiente a grandes objetivos, pero al contrario que otros en similar posición, tienen base sobre la que construir. No nos dejemos llevar por la situación más o menos risible del QB, los Browns son un equipo muy puñetero de superar.