"Van der Vaart es un monstruo en mover el balón con velocidad”, decía el pasado martes en Coria del Río un Pepe Mel satisfecho con las primeras prestaciones del mediocampista holandés, es cierto que ante un rival de Tercera. “Si no corre, no jugará”, bromeaba luego el entrenador madrileño. Y sí: es posible que, a los 32, las piernas del futbolista tulipán no den para los mismos kilómetros que hace algunos años, pero su zurda sigue con la precisión intacta, según se ve en los entrenamientos y se pudo comprobar en el estadio Guadalquivir.
“¿El dinero? Cuando era joven me importaba mucho. Tenía un coche nuevo casi cada año. Ahora ya no lo miro así, no sé ni el dinero que tengo en la cuenta. Supongo que da para pagar las compras...”, dice Rafael a De Volskrant, diario de su país. Habla el zurdo holandés de una generación de oro (él, Robben, Sneijder...) que jugó y perdió ante España la final de un Mundial hace cinco años y, pasados los 30, va desapareciendo de la oranje. Ausente desde que una lesión de gemelo le dejara fuera de Brasil 2014, el ya verdiblanco se resiste a parar en sus 109 internacionalidades y 25 goles.
Quiere más, quiere la Eurocopa de Francia. Danny Blind, uno de los mitos del vestuario del Ajax y también de su selección, sustituyó a Guus Hiddink en el banquillo porque los tulipanes son ahora terceros de su grupo de clasificación, es decir, están fuera de la fase final. Van der Vaart quiere volver para ayudar y disputar luego su último gran campeonato. Eso y no el dinero (su ficha no será la mayor de la plantilla bética), parecen lo importante para haber recalado en Heliópolis.