Ver el golazo de Eduardo Malásquez con Independiente de Medellín en Youtube causa admiración, pero también desesperación. “Malásquez, Malásquez, Malásquez, métalo”, vocifera el narrador en el estadio Atanasio Girardot, mientras los hinchas se ponen de pie. El peruano, quien había fallado un penal, quiebra al arquero y luego a un defensa cuando ya no parece necesario para finalmente enviar el balón a las redes a cámara lenta.
33 años han pasado de la 'Malasqueña'. El 'Flaco' recibió a Depor en su hogar para contar detalles sobre aquella jugada con la que clasificó al DIM al octogonal final del fúbol colombiano y entró a la historia del club.
¿Había pensado definir de esa forma?
Respeto posiciones, pero aquel que diga que pensó una jugada antes de hacerla es mentira. Las jugadas aparecen, son del momento. Sí, puedes tener experiencias en tu memoria que en ese momento puede salir una buena copia. Esa información, en mi caso, sale del barrio, jugando en la tierra con los amigos.
¿Por qué no remató al arco cuando ya había eludido al arquero?
Cuando uno mira de las tribunas piensa que es fácil, que hay espacios. Te dicen que la metas, pero uno abajo no la tiene tan clara. Los jugadores aparecen detrás de otros y tienen que resolver en cuestión de segundos. Yo también hubiera querido quitarme el problema de una vez y meterla, pero ¿cómo hacía si aparecía un obstáculo y luego otro? Felizmente acabó bien.
Eduardo Malásquez
¿Fue solo habilidad para sacarse la marca de los rivales?
La forma de hacer la 'Malasqueña' es complicada. En eso radica el recuerdo grato. Lo pueden intentar mil veces y no les vas a salir. No es solo el acto físico. Habilidad pueden tener muchísimos jugadores, pero el atrevimiento es lo que más rescato.
¿De dónde nace ese atrevimiento?
Yo empecé a estudiar la secundaria en el colegio Nacional de Varones de Surquillo. Éramos 800 alumnos en total y solo teníamos un patio en donde se podía jugar fútbol. Era como un cancha de fútbol 9 de ahora. Para agarrarla, tenías que llegar un cuarto para las 7 de la mañana. Sin embargo, luego llegaban otros salones y jugaban a lo ancho. Ya era 4 equipos en una cancha. Después llegaban otros salones. Entonces, tenías que eludir a todo el que te saliera al frente para hacer el gol.
¿Y en su barrio era una situación similar?
Claro. En Surquillo, donde yo empecé a jugar había montículos de tierra. En ese momento las calles no estaban pavimentadas. Te encontrabas con mil dificultades.
¿Qué siente cuando regresa a Medellín?
Cuando Independiente cumplió los 100 años, fui el único peruano invitado. Llegué a la una de la mañana y había gente. Habían niños, mamás, familias enteras. Fue impresionante el recibimiento que me dieron.
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