Amy es alta, ex jugadora de baloncesto y profesora de gimnasia… y cuando tenía diez años pudo cambiar la historia de Kobe Bryant y quién sabe si de la NBA. Ahora relata en SB Nation una anécdota que acabo teniendo mucho significado y que sus alumnos no dejan de pedirle que les cuente una y otra vez…
Cuando era una niña alta, desgarbada y amante del baloncesto, iba en tren para un viaje de fin de semana con su madre. Cuando esta se durmió, Amy comenzó a buscar distracciones y vio en su vagón a dos tipos muy altos leyendo el periódico. Sin vigilancia materna, se acercó a ellos y les pidió las páginas de información deportiva del periódico porque, dijo cuando le preguntaron para qué las quería, “era jugadora de baloncesto”. Le pidieron que se sentara en el asiento de enfrente y uno le preguntó: “¿Sabes quién es Kobe?”. Ella no conocía en aquel momento a la gran sensación del instituto de Lower Marion, en Pennsylvania.
A ella, que se había acercado a saludarles porque eran “muy altos”, le preguntó el otro chico que qué haría si tuviera que elegir entre ir a la universidad o saltar al baloncesto profesional. Y Amy, que se reconoce una niña precoz, le explicó que todo el mundo debería ir a la universidad porque, ¿y si en la NBA no van las cosas como le gustaría?
Ese otro chico era Kobe Bryant, que insistió: “pero tengo que decidir mañana…”. Por entonces, los Lakers ya habían hecho su jugada para hacerse con él a través del pick de los Hornets aunque universidades como North Carolina (la de Michael Jordan…) seguían apretando para convencerle. Ella le insistió en que ir a la universidad sería lo mejor y Kobe, aunque no le hizo caso, sí le dio la página de deportes con su firma: “Para Amy, de Kobe Bryant, el número 33”. Ese era su número en Lower Marion y ahora ella enseña orgullosa un objeto que se ha vuelto muy preciado. La parte de Kobe y su decisión final, ya la conocemos mejor…