Se va César Vento. O mejor dicho, lo sacan. El teléfono que nunca contesta timbró dos veces la noche del miércoles para confirmarle el rumor que solo él sabía: el actual acreedor principal de la ‘U’ no estaba contento con su gestión y lo invitaba a retirarse. Vento escuchó, no negoció nada y aceptó. No reclamó. No explicó. Y se fue.
Siete meses y días después de asumir el cargo de gerente general –y asumir la parte deportiva luego–, ¿qué hizo bien y qué hizo mal César Vento, el dirigente con mayor aprobación popular desde Alfredo González en 1995? Aquí las respuestas.
¿Lo bueno? La recuperación del prestigio local de la ‘U’, de su credibilidad. Los fichajes que hizo (primero Aldo Corzo, luego Alberto Rodríguez y Arquímedes Figuera, finalmente Juan Manuel Vargas) no se imaginaban en la gestión pasada, que con las justas podía regar la cancha o sabía pagar la luz. Los sueldos y las cláusulas –privadas, como debe ser– tenían relación con una buena campaña en la Copa Libertadores o asistencias por encima del pobre promedio (5 mil personas). Eran una apuesta con margen de error. Cuando eso no funcionó y la ‘U’ perdió dos partidos, surgieron las primeras críticas y el natural escepticismo de los mismos que hicieron cola para ver al ‘Loco’ en La Noche Crema: ¿quién va a pagar esos sueldos? Una pregunta que no tiene respuesta hasta hoy.
¿Lo malo? Primero, mantener a Roberto Chale y su comando técnico (el ‘Puma’ Carranza, Paolo Maldonado y Mauro Cantoro) y darle un grupo de jugadores al que no pudo encontrar el rumbo. Después, su secretismo, su mirada excesivamente cuidadosa, y su poca apertura a delegar, que hizo que su cargo no tuviera mayor defensa que el propio espejo y sea blanco de todas las críticas.
Vento diseñó un cargo en el que él debía contratar, pero también pagar y hasta regar el césped, cuando ya sabemos que eso no funciona. En esto, claro, no lo ayudaron ni un país con la economía en receso, decenas de inversiones paralizadas, ni el administrador Carlos Moreno, más hecho para la oficina que para los vestuarios. Y menos el aparato de márketing del club que, sencillamente, no funciona y nunca aprovechó el nivel del ‘Mudo’ Rodríguez, los goles de Luis Tejada o alguna patada de Vargas para generar recursos. Sin ese respaldo, Vento pasó de gerente notable a hombre incómodo. De inversor a gastador.
Con un forado de plata obvio –un par de millones de soles, según información extraoficial–, producto de un plantel que cuesta, de jugadores que no se vendieron y de dinero que no ingresa, César Vento deja la ‘U’ en el mismo lugar en el que la encontró: otra vez en cero, otra vez golpeada, otra vez en problemas. Todavía no perdió el campeonato, pero ya es claramente un equipo en derrota.