“Quedan dos finales y vamos a prepararnos de la mejor manera para lo que se viene”. Concreto y sin triunfalismo se mostró Ricardo Gareca una vez más frente a la prensa. Ni la histórica victoria en el Olímpico Atahualpa hizo al ‘Tigre’ cambiar de libreto. Y creo que es momento para ser tan fríos como el técnico argentino. Perú tiene a la vuelta de la esquina el Mundial de Rusia 2018, pero sigue estando en ese pelotón de selecciones que entran y salen de la zona de clasificación directa.
La única forma de sentirse seguros, con el boleto en la mano, es sacando los seis puntos en juego ante Argentina y Colombia. Eso está claro. Según los cálculos de la BBC, Perú sumando cuatro unidades seguiría dependiendo de lo que haga Chile en sus cotejos contra Ecuador (local) y Brasil (visita). Hoy, la tabla está tan apretada que cualquier cosa puede pasar. Y Argentina siempre es favorita, no nos olvidemos de ese pequeño detalle. Sobre todo si se trata de una Copa del Mundo en juego. Está bien que se festeje, que los hinchas se ilusionen en serio. Nadie podría pedir lo contrario en este escenario que ni siquiera se vivió para el Mundial de Francia 1998.
Lo que hay que evitar es el triunfalismo innecesario. Mientras que esta selección se maneja paso a paso, confiando en su potencial pero sabiendo que no ha lograda nada, comentarios como que Perú puede ser cabeza de serie en Rusia 2018 están fuera de todo contexto. Que el ránking FIFA indique lo que quiera. Si antes no nos importó, ¿por qué ahora debería ser diferente? Todos debemos estar con la Blanquirroja y soñar a su lado; sin embargo, también debemos ser conscientes de que luego de los 90 minutos contra los cafeteros podríamos estar clasificados, eliminados o preparando maletas para Nueva Zelanda.
Por otro lado, esta fecha doble sirvió para confiar más que nunca en Ricardo Gareca. ¿Se equivocó en el camino? Sí, como todos. Pero hizo algo que muy pocos –o solo él– se animaron a realizar. Desde su mirada humilde, vio los errores que impedían que su idea despegara y corrigió a tiempo. No a nuestros tiempos, sino a la hora que le marcaba su reloj. Ni antes ni después. Ese cuarto puesto con 24 puntos es el mejor reflejo.
El triunfo en Ecuador encierra algo más que un hecho histórico. Fue la consecuencia de una idea, clara y segura, de un técnico convencido del camino que quería seguir. Lo de Quito no fue un batacazo, tal como lo afirmó el periodista argentino de DirecTV Gustavo Cherquis. El 2-1 fue la victoria del ‘Tigre’ en creer en lo que hacía. Si antes sentíamos que a Perú le faltó suerte en algunos partidos en los que debió llevarse más (Colombia en Barranquilla o Argentina en Lima, por citar algunos ejemplos), contra el combinado norteño se dio la consolidación de una realidad en la que el argentino calló varias bocas a punta de trabajo, profesionalismo y convencer a sus jugadores de que podían.