5ª Novillada de la Temporada Soñadores de Gloria sin caballos. Kilométrico festejo donde mejora la entrada tarde a tarde que inició con radiante sol y terminó con rachas de viento y casi lluvia.
Novillos criados por Roberto Garfias Canovas, en el Rancho El Palmar en Villa de Arriaga en San Luis Potosí. Heredero de su padre, el Arquitecto potosino Don Marco Antonio Garfias, sobrino de los célebres ganaderos Don Pepe y Don Javier. Juego del ganado: 1° Con buen tranco que se dejó por el derecho 2° Sin raza que no fue sujetado 3° Incierto 4°Bueno con transmisión 5° Se aburrió pronto 6° complicado con raza que mereció más entendimiento 7° Con raza 8° Poco dominado
Abrió plaza el oriundo de Naucalpan, Estado de México, Sebastián Ibelles, hermano del matador Cesar. Lidió el mejor lote. Tuvo una tarde voluntariosa. Con su primero logró acomodarse con su primer novillo y logró buenos detalles por el lado derecho, sin embrago no termina por comunicar a los tendidos. Con su segundo que también tenía transmisión, Sebastián se cansó de pegar infinidad de muletazos sin ton ni son. Tardó una eternidad en matar e Ibelles sudó tinta para pasaportar a otro mundo al cuarto.
Merecidamente repitió como segundo espada el triunfador capitalino José María Mendoza, quien padeció una lidia muy desordenada por parte de su cuadrilla que no pudo sujetar a su novillo. Estuvo a merced de él. Mal con el estoque pues Mendoza le propinó un nefasto sartenazo. Se retiró en silencio sin antes de escuchar un aviso y silbatina al mal novillo. Con su segundo novillo se tuvo que sobreponer al viento. No tuvo entendimiento alguno ni con el público ni con el toro y gracias al criterio del Juez Chucho Morales, no le tocó más que dos de los tres avisos que merecía. Requiere más rodaje este novillero.
El espigado michoacano Mauricio Medina demostró valor y voluntad pero mucho verdor. A pesar de la intuición nata que porta. Con su primero se mostró muy despegado con su toreo de muleta y capa. Se vio perdido con el estoque. Desafortunadamente escuchó los tres avisos y se le fue vivo su primero. Con el quinto, Medina volvió a verse a merced del novillo y fue feamente empitonado y los monosabios lo llevaron a la enfermería. Mucho descontrol del Juez Morales pues a pesar de conceder al primer espada Ibelles, no supo qué hacer en las alturas cuando Medina regresó al ruedo y crearse una confusión insólita de que dos matadores diferentes estoquean un mismo toro. Terminó por despachar al novillo Mauricio Medina.
El cuarto novillero fue el hidrocálido Roberto Román lució al lograr pensar en la cara de su primero novillo. Su faena fue entre altibajos y el Juez determinó, sin petición alguna, concederle una oreja tras atravesar a su novillo y Román, quien atinadamente tuvo a bien guardársela en el chaleco. Con el que cerró plaza volvió a mostrar mucha voluntad y le plantó cara.
La empresa pone voluntad y los novilleros arrojo, pero los novilleros tan verdes pueden causar un potencial percance.