El budismo considera que la naturaleza de la existencia es vacía y que los fenómenos existen a partir de un origen interdependiente: “Todos los seres y fenómenos existen u ocurren en relación con otros seres o fenómenos. Todo se halla entrelazado en una intrincada red de causas y conexiones. Nada puede existir u ocurrir en el mundo de los asuntos humanos ni en el de los fenómenos naturales- solo por su única disposición”.
De esta manera, cuando ocurren desastres naturales como huracanes o terremotos, no podemos decir que sucedan de manera aislada. En ese sentido, la física cuántica ha comprobado lo que hace milenios sabían las antiguas tradiciones espirituales: “Un estado cuántico individual no puede separarse del sistema total de la misma forma que un fenómeno que no existe independientemente de las condiciones de la que emerge”.
El devastador terremoto del pasado 19 de septiembre puede ser fuente de muchas enseñanzas. Si entendemos que la materia es parte de la conciencia, todo lo que pasa en la conciencia especialmente los pensamientos y emociones, interactúa con la materia.
“De Hecho, lo primero que responde a nuestros pensamientos y emociones es nuestro cuerpo y las enfermedades son una respuesta de nuestro cuerpo a los pensamientos y emociones que hemos ido acumulando durante tiempo”
Pero no solo el cuerpo reacciona a la conciencia, sino también nuestro entorno y a eso hay que añadirle la propia conciencia de la Tierra.
Como sostiene la escritora Jessica Bailey, “la Tierra ha estado acumulando energía durante, digamos 4 millones de años, y ha logrado apoyar a los animales, la vida y los seres a desarrollarse y avanzar.
La Tierra tiene sus propios procesos de conciencia, que actúan en interdependencia con los procesos humanos, y un terremoto, que actúan en interdependencia con los procesos humanos, y un terremoto, que sacude no solo en las entrañas, sino su superficie y lo que ahí se asienta, puede ser también una sacudida necesaria dentro del proceso evolutivo que hoy vive no solo la humanidad, sino el propio planeta.
A veces de un empujon para despertar y para animarse a cambiar eso que sabemos que no nos hace bien ya pero que no vemos como modificarlo.
Un cambio de una sociedad patriarcal, abusiva, competitiva, depredadoras egocéntrica y obsoleta, a otra cooperadora e intuitiva que entienda que somos parte de un todo unido y otra vez, interdependiente y compasiva que curiosamente es justo lo que surgido-de nuevo- en los días posteriores al terremoto al interior de la sociedad mexicana, el tema seria poder sostenerlo y no volver a las viejas inercias.
“Al darte cuenta de que nada existe independientemente, ni los átomos ni las personas ni las culturas…brota naturalmente la compasión”, dice el maestro y científico busidta Allan Wallace. “No existe ninguna motivación más poderosa para ayudar a los demás que experimentar claramente la unidad que existe en todas las cosas y la profunda identidad que existe entre el uno y el otro, de tal forma que no es una metáfora cuando se dice que al hacerle algo a alguien nos los hacemos a nosotros mismos”.
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