Primera derrota del Levante en esta pretemporada. Un equipo Champions como es el Bayer Leverkusen le pasó por encima al conjunto de Lucas Alcaraz que terminó goleado por 4-0. Y pudo ser mucho peor, a tenor del dominio y las ocasiones falladas por los alemanes y también que los granotas estuvieron más de una hora con un jugador menos sobre el terreno de juego por la inpropia expulsión de Juanfran que protestó una amarilla vista por un compañero como si le fuera la vida en ello, sin distinguir que se trataba de un amistoso y no de la última jornada de Liga con la salvación en juego.
Más allá de la actitud infantil del capitán que aún tras ver la roja incitó a sus compañeros a que abandonaran el campo y posteriormente se negaba a marcharse al vestuario como marca el reglamento, desafiando al colegiado (más casero de lo normal, todo sea dicho), el partido dejó, como anécdota, el debut de Deyverson de azulgrana. El brasileño tuvo 20 minutos para dejarse ver en una buena maniobra dentro del área que terminó con el balón contra un zaguero alemán y con una entrada a destiempo que le costó la amarilla. Poco más. Es pronto. Al menos éste no acabó tan desquiciado como su compañero Ghilas en el primer tiempo donde no le cayó ni un solo balón.
Y es que al Levante le sigue costando mucho generar peligro. Como pasaba la temporada pasada. Y con el sistema de cinco defensas pues parece que más aún. Eso no quita para que termine encajando y dando los resultados deseados. Lo único es que manteniendo la fragilidad defensiva mostrada una vez más ante un equipo de nivel como el de ayer será complicado. Es verdad que Lucas pide a gritos más centrales y es que el agujero ahí es importante. A los siete minutos ya ibán por debajo en el marcador cuando Kiebling batía por primera vez a Rubén.
Ya con uno menos llegó el segundo del Leverkusen en un fallo de coordinación de Simao en un pase que aprovechó Calhanoglu sólo ante el meta granota. Y nada más salir del descanso, de nuevo problemas en las espaldas de Toño que aprovechaba Bellarami para sentenciar. El colofón final para los teutones lo ponía Boenisch empujando a puerta vacía el cuarto tanto que debe quedar en mera anécdota pero también como aviso de lo que viene por delante.