- Algunas ideas sobre el partido del viernes:
Perú no sabe jugar como favorito. Es la consecuencia negativa de la adaptación exitosa al entorno sudamericano. La selección se siente más cómoda en la espera y reacción, y la pasa mal cuando la tabla, el contexto o la historia la obligan a salir a atacar o ser protagonista. El partido con Bolivia fue prueba de ello; cualquier valiente con voluntad de sacrificio puede pasar el martirio de repasar completo el primer tiempo contra los altiplánicos. Quien necesite más pruebas identificará el patrón al repasar los 90 minutos contra Colombia, los dos partidos con Venezuela o el último ante Nueva Zelanda. La idea es la siguiente: cuando partimos con las apuestas en contra, el juego y las expectativas se acomodan naturalmente a nuestra propuesta. Gareca ha construido un equipo desde la posición de ‘underdog’ y resiente el favoritismo.
La ausencia de Paolo. La falta de ‘9’ debilita el esquema, que depende de la referencia de área para tres funciones: concentrar los esfuerzos defensivos para liberar espacios a los extremos, ganar tiempo para que las líneas se adelanten y crear faltas. Farfán no conoce el rol y tiene una tendencia natural a retrasarse, como segundo delantero, o acomodarse hacia las bandas. El juego así se concentra en el mediocampo y se reducen los espacios. No queda claro si Ruidíaz, por biotipo, hubiera generado un efecto opuesto. Guerrero no tiene suplente y esa es una carencia preocupante de cara al largo camino judicial venidero.
Los extremos no sumaron. Dicho esto, ni Flores ni Carrillo ni Hurtado fueron capaces de superar a sus escollos, que no eran precisamente italianos. Una parte de la explicación es táctica, como ya se ha visto, pero otra pasa por el momento individual. Se espera que un ‘wing’ (perdón por la nostalgia) de Premier League sea capaz de despacharse a los troncos neozelandeses con más facilidad. Tampoco se probó de fuera del área, no se dibujaron diagonales y se insistó en centros a la nada. Faltó versatilidad, ideas y también lisura, atrevimiento.
El capitán del futuro necesita más presente. Otra pareja que estuvo muy por debajo de su rendimiento fue la que conforman Tapia y Yotún. El primero ha recibido mucho ‘hype’ de la prensa deportiva, injustificado por sus últimos rendimientos: ante Colombia tuvo responsabilidad directa en el gol de James Rodríguez y estuvo bastante equívoco en pases y salida; aún así, fue premiado con calificaciones de 8 puntos y más. Yotún, con su agresión absurda a Reid, se jugó la roja en un acto que solo revela la enorme presión que sufre, aunque también se podrían dedicar algunas líneas a su poca claridad. Con ambos opacos, la responsabilidad creativa recayó en Cueva, quien no estuvo en su día feliz.
- Algunas dudas sobre el partido del miércoles:
Cambiar o insistir. Nueza Zelanda jugó de local con cinco defensas que se encargaron de controlar a un solo delantero; de alguna manera, se les facilitó la labor. En Lima será igual o peor, por lo que provoca intentar por lo menos con dos puntas, aunque el riesgo sea perder balance, el bien más preciado para Gareca. Sin embargo, a estas alturas, este no sirve.
Crear o morir. La volante deberá aplicarse en labores creativas. Se necesita posesión ofensiva, no solo control horizontal. Eso implica pases verticales, desborde y variación táctica. Romper líneas y desordenar. La defensa kiwi es relativamente estática, lenta en los relevos y torpe en las transiciones: la idea debe ser aplicarles una presión constante. Advíncula asegura más desborde que Corzo, aunque el lateral tuvo una de las pocas claras en Oceanía. Se necesita mucho más de Cueva.
Identificar a los verdaderos rivales. Los seleccionados tendrán dos enemigos en el Nacional: ellos mismos y el tiempo. Para lo primero se necesita diván; para lo segundo, alegría. Las expectativas son fuerzas negativas cuando se transforman en ansiedad, pero el partido final de este ciclo es festivo: no sabemos cómo, pero debemos aprender a disfrutar.