Pocos son los adjetivos que se le pueden encontrar al desempeño de Pumas a lo largo del 2017, un equipo grande por su historia, pero que a lo largo de estos once meses dejó en claro que plantel, los distintos cuerpos técnicos y su directiva en la toma de decisiones, quedaron a deber. Al corte de caja, con 31 unidades, resultado de dos semestres de pesadilla, el cuadro del Pedregal solo supera a la versión del equipo en el 2005, que sumó 30 puntos, cuando después del bicampeonato, al mando de Hugo Sánchez, Universidad entró en una crisis profunda, rozando tintes del descenso.
Hoy, si bien las circunstancias no son las mismas de aquel entonces, Pumas mantiene una sinergia negativa, un detrimento que arrojó resultados adversos a lo largo de todo el año. Los números y el funcionamiento indican que, además de quedar excluidos de la Liguilla, por obvias razones en los dos torneos, también recibieron 55 goles en 34 partidos, sumaron 19 derrotas, siete empates y ocho triunfos… Sin mencionar la rotación del banquillo, donde pasaron Francisco Palencia, Sergio Egea y David Patiño. El último en cuestión, será el encargado de asumir las riendas a lo largo del Clausura 2018, para reivindicar el orgullo herido.
En una de las peores crisis de su historia, la directiva de Universidad confirmó este lunes que David Patiño se mantendrá en el cargo de estratega del primer equipo por el siguiente semestre, pensando en que él será el indicado para devolver a Pumas a los primeros planos. Luce complicado, de arranque, que el estratega pueda darle la vuelta a lo obvio. Se requiere de toda una reingeniería para conseguir la estrategia adecuada. Para empezar, un rearmado de la plantilla, en la que elementos que no funcionaron, abandonen el Pedregal, como Joffre Guerrón o Néstor Calderón.