Primera gran operación de la última jornada de mercado veraniego en la NBA: Isaiah Thomas deja Cleveland Cavaliers después de un tumultuoso período en el que, convaleciente desde verano de una lesión de cadera, solo ha jugado 15 partidos desde que regresó a las pistas del 2 de enero. El base se va a los Lakers junto a la primera ronda de los Cavs en 2018 (no la de los Nets sino la propia) y Channing Frye a cambio de Jordan Clarkson y Larry Nance.
Curiosamente, Isaiah creció adorando a los Lakers y en su momento aseguró que le encantaría jugar en la franquicia angelina. Seguramente en otras condiciones: ayer mismo aseguró que no quería dejar Ohio, donde no ha encajado en lo deportivo y ha tenido problemas en el vestuario. Se llegó a filtrar que los jugadores sospechaban que era el confidente del dueño, Dan Gilbert. Además, su nivel deportivo ha sido una calamidad: un desastre en defensa, estaba anotando 14,7 puntos (prácticamente la mitad que hace un año) con un 36% en tiros de campo y un 25% en triples.
Los Cavaliers tratan de añadir profundidad a su rotación con un jugador interior con explosividad física como Nance y un anotador para la segunda unidad como Jordan Clarkson, que estaba jugando a buen nivel en unos Lakers que pretendían soltar su contrato: 11,5 millones esta temporada, 12,5 la próxima y 13,4 en la 2019-20. Con ese vacío y el que dejarían en contrato los expiring contracts de Isaiah (6,2 millones) y Frye (7,4), los Lakers entran en su plan de tener espacio para dos grandes agentes libres en el próximo mercado veraniego. O para el de 2019. y se llevan una primera ronda (la suya será de los Sixers o de los Celtics). Así que en principio se trata de un buen traspaso para ellos, que además mantienen por ahora a Julius Randle. Los Cavs apuestan por tener soluciones de perfil bajo… y por la salida de un Isaiah que se está convirtiendo en un problema.