Boca y River volverán a mantener en vilo al país cuando definan la sexta edición de la Supercopa Argentina en una final que no dará margen para conformismos ya que habrá uno de los “Gigantes” que se adueñará del trofeo y la gloria. mientras que el otro se retirará de Mendoza con un punzante dolor en el alma.
Esta final tendrá como escenario el estadio Malvinas Argentinas, en Mendoza, comenzará este miércoles a las 21.10, tendrá como árbitro a Patricio Loustau y será televisado por Fox Sports Premium y TNT Sports, es decir que sólo podrán verlo aquellos que tengan contratado el pack fútbol. No se verá con el abono básico del cable.
Boca juega esta final por ser el actual campeón de la Primera División y River accedió a esta definición al ser el titular de la Copa Argentina 2017.
Si al cabo de los 90 minutos la final culmina igualada, el ganador de la Supercopa, que nunca pudo ser ganada ni por Boca ni por River pese a que ambos totalizan cuatro finales, se definirá con remates desde el punto penal.
Hay un mandato ‘futbolero’ que reza que “poco importan los antecedentes y la campaña de cada equipo antes de un clásico” y hay innumerable ejemplos que de así es, pero mañana en Mendoza la actualidad de Boca y River pesará y mucho en el campo de juego por el dispar presente de ambos.
Una cifra tiene mayor significado que el exceso de palabras y la misma es el 23, porque esa la cantidad de puntos que separan a Boca (46) de River (23) en una Superliga que se encamina a un casi seguro festejo boquense.
Esa diferencia es un hierro candente en el corazón riverplatense. Observar la tabla de posiciones de la Superliga y ver a Boca como sólido líder y advertir a River 18vo. y hasta lejos de la clasifiación a las copas internacionales es una ignominia y por eso esta super final le sienta mejor al “Millonario”.
Este River, lleno de dudas fubolísticas, bajos rendimientos y una moral liviana como un copa del algodón, espera esta definición como la posibilidad de salvar este pobrísimo presente, en donde sólo su participación en la Copa Libertadores, le permite emerger de un denso sopor.
Por el lado de Bocal la final merece como mínimo el calificativo de “incomoda”. En las huestes “xeneizes” todos es felicidad, los nubarrones son esporádicos, la única incognita que parece asomar en el horizonte del equipo de Guillermo Barros Schelotto es la cantidad de fecha antes del final del certamen en que dará la vuelta olímpica.
Para este Boca, triunfador, opulento, lleno de confianza, con escasas dudas tácticas, más allá de relevantes ausencias, como las de Gago y Benedetto, este encontronazo con el rival de siempre es como “una piedra en el zapato”. Ambos jugarán con una gran presión.