Le ha salido todo tan maravillosamente bien en este Mundial a Rusia...! Tanto que hasta perdió con Croacia. Sí, imaginemos lo que se hubiera dicho si este modesto (aunque combativo) equipo ruso llegaba a semifinales… ¡Y tras ganar dos instancias por series de penales…! “Se armaron el Mundial para ellos”… “Estaba todo comprado”… “Putin mandó a poner gas paralizante a los arqueros de España y Croacia”… “De Gea estaba como Karius después del codazo de Sergio Ramos”… “Amenazaron a las familias de Piqué y Busquets, y también a las de Modric y Rakitic”… “Un agente ruso los tiene de rehenes hasta tanto se patee el último penal”… “Si Croacia no se entrega en los penales, Rusia invade los Balcanes”…
La negra nube del rumor hubiese oscurecido el cielo del Mundial. Noticias incomprobables hubieran dado cuenta de conspiraciones siniestras. Los memes, las ironías en redes sociales, la maquinaria de la estulticia hubiese funcionado a toda máquina. Y dentro de cuarenta años, un individuo de treinta escribiría “La historia secreta del Mundial 2018, cuando Putin manipuló el Mundial”. Y elaboraría decenas de hipótesis y tramas (sin prueba alguna, desde luego), y varias editoriales, en otro aporte a la cultura, pugnarían por editárselo. Y millones lo darían por cierto. Y en el Twitter del futuro, jóvenes tuiteros iluminados nos ilustrarían cómo se materializó la vil componenda.
Pero se les cayó. Smolov y Mario Fernandes (“el ruso Fernandes”) patearon el penal como quien patea una víbora en un pajonal; y pasó Croacia. Y la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarović (que es muy linda de verdad), festejó, vivó y hasta saltó de alegría en el palco, junto al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y al presidente del Gobierno de Rusia, Dmitri Medvédev. “La que le espera a la presidenta croata ahora…”, insistirán. Vivimos en un mundo de sospecha eterna. Y, a veces, las cosas suelen resultar simples.
En marzo último, la primera ministra británica, Theresa May, expulsó a 23 diplomáticos rusos como agentes de inteligencia no declarados, acusando a Rusia del ataque por envenenamiento del coronel Sergei Skripal y su hija, que afortunadamente están bien. Skripal es un doble agente ruso que trabajó para Gran Bretaña mientras era un alto funcionario de su país. Reside en Inglaterra desde 2011. “Ningún mandatario ni ningún representante de la familia real británica asistirá a la Copa del Mundo de Rusia de este verano”, anunció la primera ministra en represalia. Ocurre que Inglaterra ya está en semifinales. ¿Y si accediera a la final…? ¿Vendrán…? May anunció un boicot diplomático para que ningún gobernante acudiera al Mundial, pero no halló el eco esperado. O, para mejor decir, casi nadie se adhirió. Además de la citada mandataria croata, ya vinieron el rey de España, Felipe VI; el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamad Salman; el presidente panameño, Juan Carlos Varela, y otros gobernantes. El presidente francés, Emmanuel Macron, oficializó que estará mañana en San Petersburgo presenciando el decisivo choque entre Francia y Bélgica.
Cuando la declaración de May, el Gobierno británico agregó que temía por la seguridad del equipo inglés y por sus hinchas en su estadía en Rusia. Ahora, veinticinco días después de comenzado el torneo, vistas las extraordinarias medidas de seguridad aplicadas al Mundial, esos temores parecen casi absurdos. La selección de Gary Southgate no ha tenido el menor problema. El único incidente reportado hasta ahora es de los hooligans, que destrozaron parte de las instalaciones de una sucursal de IKEA en Samara, para festejar el triunfo sobre Suecia. IKEA es una cadena sueca de grandes almacenes de muebles y todo tipo de artículos para el hogar. Reina en gran parte de Europa (y está a punto de desembarcar en Sudamérica).
Aunque le cueste admitir a Occidente, Rusia 2018 está siendo un rotundo éxito. “Quiero felicitar a Rusia por la excelente organización de la Copa del Mundo. Hay un nivel de seguridad que no he visto en otros torneos. Necesitamos aprender de su experiencia para que no haya violencia ni odio durante los partidos”, declaró Kolinda, tirando una flor muy colorida. Gary Lineker, el goleador del Mundial 86 y actual comentarista de la TV inglesa, calificó a este como el mejor Mundial que haya habido, sobre todo en el aspecto organizativo y de infraestructura. Hay más voces en sintonía.
Vladimir Putin aprovechó el viento a favor para sostener que el Mundial había “ayudado a romper muchos estereotipos sobre Rusia. La gente vio que Rusia es un país hospitalario, un lugar amigable para quienes vienen de visita. Estoy seguro de que una abrumadora mayoría de la gente que vino se irá con los mejores sentimientos y recuerdos de nuestro país y volverá muchas veces”. Capitalizó.
Efectivamente, la inversión rusa en la Copa (14.300 millones de dólares) no es significativa para esta monumental nación, en cambio es ínfima en función de la imagen positiva que le ha reportado. Alrededor de un millón de visitantes quedaron encantados con la potencia del país, sus bellezas, la seguridad que se palpa en cualquier sitio. Pero también la serenidad de la gente en su vida cotidiana, los excelentes servicios. Sin entrar en honduras políticas, las decenas de periodistas con quienes hemos hablado, especialmente sudamericanos, coinciden en señalar que se han llevado una impresión óptima del país anfitrión, que habían llegado con una percepción lúgubre y ciertas aprensiones, pero que cambiaron su idea. “Durante toda nuestra crianza y juventud las películas yanquis nos inculcaron que todo lo ruso es malo, pero nos vamos con una sensación muy positiva”, dice CET, colega colombiano. Resume un poco la visión de todos.
Pero si el marco ha sido bueno, el producto también: 59 de los 60 partidos han tenido goles. El juego es muy veloz (la velocidad es atractiva en sí misma), de gran combatividad y mucha paridad. La paridad es una de las claves de la belleza de este Mundial. El juego se ha democratizado. Las selecciones históricas tienen que demostrar en cada partido y las que no han podido hacerlo, se fueron rápido: Alemania, España, Argentina, Brasil. Nadie gana con la chapa. Lo más notable es la falta absoluta de temor de los equipos considerados inferiores. Marruecos no le tuvo miedo a España ni a Portugal, Islandia a Argentina, Suiza a Brasil, Corea del Sur a Alemania, Rusia a España… Tengan lo que tengan, todos salen a batallar, a buscar el triunfo. Es tal vez el avance más trascendente del fútbol mundial.
“Este Mundial está siendo apasionante y merece un campeón inédito”, dice Julio Maldonado, reputado periodista español conocido como Maldini. Siendo así, le ponemos unas fichas a Bélgica… (O)