A finales de los años 80 el terrorismo azotaba fuertemente en el Perú. Sendero Luminoso había ganado terreno a lo largo y ancho del territorio. Por mucho tiempo logró paralizar de miedo a todo un país, el cual vivía casi a oscuras. Diariamente se perpetraban múltiples atentados y crímenes. Sin embargo, hubo un hombre que desde una pizarra y con una pelota de voléy pudo frenar el terrorismo por un tiempo. Se trata de Man Bok Park.
Mientras se vivía una de las peores épocas de violencia extrema que sufrió nuestro país. Simultáneamente nuestra selección de voley disputaba los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Al mando de Man Bok Park, doce voleibolistas, parecían haber encontrado la única formula para devolverle la sonrisa al pueblo peruano.
Pese a los constantes apagones que eran pan de cada día. Los peruanos se las ingeniaron para no perderse ningún partido de la selección de voley. Por un momento, nuestro país dejó atrás el miedo y preocupación, y los reemplazo por alegría y algarabía tras cada punto que conseguían nuestras 'Matadoras'.
Finalmente la medalla de plata significó mucho más que uno de los mejores logros históricos en el deporte peruano. Fue la inyección de paz y tranquilidad a un país que tanto lo necesitaba.
¡Gracias por todo Man Bok Park!.