Nos referimos a la inigualable Ciudad Deportiva Carlos Pérez Perasso, que es admirada como un ícono de Guayaquil.
¿Cómo llegó a ser diseñada/edificada en uno de los acopios de basura de San Eduardo? Eso fue circunstancial, a sabiendas de que el Interbarrial de Fútbol de Diario EL UNIVERSO era un verdadero gitano al recorrer un sinnúmero de canchas, por lo que precisaba de un escenario propio tras el aumento de equipos en cada temporada y por ello se formuló el pedido al Municipio de Guayaquil.
Con la generosidad del líder entonces alcalde Jaime Nebot y entre ideas que iban y venían se formó una comisión –integrada por José Mendiburu, Carlos Carpio, Jorge Chedraui y quien suscribe esta columna– que definió que en ese basurero, en donde había chamberos, gallinazos y culebras, se erija la Ciudad Deportiva ante la aceptación de ese visionario caballero del periodismo como lo fue Carlos Pérez Perasso con el aporte de Ricardo Pólit. Nadie creía que en ese basurero nacería una Ciudad Deportiva que hoy es ejemplo en el mundo del balompié infanto juvenil.
¿Quiénes dignificaron el proyecto? Incondicionales profesionales como Ricardo Mórtola con la ayuda inigualable de Alfredo Grégor y Luis Pérez Merino.
Hoy, Carlos, César y Nicolás Pérez siguen los apostolados de su padre y están al tanto de lo que se desarrolla a diario en tal escenario denominado el Templo Futbolístico del Niño y con ello se reafirma el enunciado que dice: “Donde hay un niño, hay un campeón”.
En sus 17 hectáreas, centenares de niños y jóvenes han cristalizado su sueño en llegar a plantillas de equipos profesionales y selecciones.
La Ciudad Deportiva ha tenido también desenlaces milagrosos. Uno de ellos cuando en el interior del complejo cayó una tremenda roca; además, aterrizó de emergencia un helicóptero en una de las canchas que iba a ser ocupada minutos después o cuando la naturaleza en dos ocasiones desfiguró la esencia de este escenario y tantas otras para olvidar. Hoy, la Ciudad Deportiva Carlos Pérez Perasso cumple 15 años de existencia física. Y va por más.
No más palabras… (O)