Es una pena, pero las lesiones han terminado por opacar cualquier intento de Nico Castillo de transformarse en la figura que el americanismo esperaba tras su contratación. Su esperada vuelta a la cancha se ha significado en otro penoso regreso al quirófano. A distancia, parece un error del América el haberlo contratado, pero está claro que los directivos y Miguel Herrera esperaban al chileno que desde Pumas marcó diferencia en el campo de juego. No ha llegado. No ha podido llegar y ha desaparecido estando más cerca de un “fiasco” que de una realidad.
SAN DIEGO, California.- En su mejor momento en México, Nico Castillo había prometido que jamás jugaría para el América. Parece que, finalmente, lo cumplirá…
La hoja clínica de Nico Castillo aplasta totalmente sus resultados de cancha. El América cometió un error al firmarlo, pero ha sido un error que cualquier club hubiese cometido de acuerdo con lo que el chileno, en su momento, significó para el futbol mexicano vestido en la camiseta de los Pumas.
Es una pena --creo y me gustaría pensar-- que Castillo ha puesto todo lo que podía poner para estar bien físicamente. En su deseo y hasta agobio, lo único que ha conseguido es volver al quirófano. Una de las operaciones económicas más altas en la historia del Club América se ha transformado --me molesta decirlo-- en un fiasco, en un petardo y al mismo tiempo en una lástima.
El propietario del América, el señor Emilio Azcárraga, dijo ayer en una entrevista que dio en su propia televisora que en el club ha cambiado la forma de hacer contrataciones y que hoy están enfocados en futbolistas más jóvenes con los que se pueden hacer negocios en el futuro. Ahí están los casos de los uruguayos Viñas y Cáceres, el argentino Suárez y el colombiano Benedetti. Futbolistas con buenas habilidades que vienen al futbol mexicano a terminar de desarrollarse. El América puede optar, más adelante, por venderles como lo hizo últimamente con Marchesín, Uribe y Guido Rodríguez.
Castillo ha marcado solo nueve goles en 24 partidos desde su llegada al América, en promedio una anotación cada 162 minutos, lejos del nivel de productividad que llegó a tener en los Pumas y que fue, finalmente, el punto de inflexión para que la directiva del América y el propio Herrera tomaran la decisión de contratarlo.
Los especialistas médicos creen que Castillo, en su afán y hasta desesperación por volver a la cancha, ha tratado de forzar sus músculos y articulaciones, situación que en un jugador con lesiones crónicas como es su caso, supone un grave riesgo. Hoy, en lugar de volver a la cancha, ha vuelto al quirófano. Qué pena.
Más cerca de un fiasco, de un petardo, que de una realidad futbolística. La contratación más cara del América en la última época no funcionó.