Siendo estudiante vicentino (1962) nuestro profesor del tercer curso de Anatomía, doctor Carlos Ávila, al final de la clase nos decía: “Vicentino hasta la médula”. Tal proclama cabe en los valerosos dirigentes y en los futbolistas guerreros quienes construyeron en décadas pasadas tan sagrada divisa con el nombre de Barcelona. Personajes y deportistas serán idolatrados por la historia y por los hinchas amarillos.
En esta nación describir la palabra Barcelona es rendirle culto a un ídolo de América. Amaneció como un vendaval tremendamente amateur, hoy transita en el campo del profesionalismo, donde los dólares brillan más que el amor al equipo.
Hoy el club hereda ese esfuerzo titánico de loables dirigentes del ayer que la direccionaron a escribir paginas gloriosas, inmersos en esas hazañas, inolvidables jugadores que daban la vida en el terreno de juego para edificar la franca idolatría. Muchos de ellos descansan en lo alto y los que aún suspiran ven entristecidos el rumbo del club en lo económico. A diario recibe golpe tras golpe en lo financiero. Lindo ejemplo de una institución que trabaja, fomenta ideales y resalta la historia del ayer y del presente. ¿Cuál? Barcelona Astillero, fundada emblemáticamente en 1974 por directivos clase A. Tiene su propio local funcional, aglutina un par de centenares de socios, el trabajo de su presidente Julio Jurado Andrade (foto) es impresionante; el directorio se reúne cada quince días y mensualmente asisten los consocios a una sesión/comida, en la que un disertante formula una charla estelar.
Hoy la lotería me favoreció y expondré el ‘Desarrollo del fútbol formativo en Ecuador’. Veremos en la sala a distinguidos exdirectivos, exglorias, personalidades y amigos del deporte.
Honraré la historia del club más grande del país.
No más palabras... (O)